domingo, 7 de agosto de 2016

Creí que el amor sería eterno, pero me equivoque…

…Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,
Mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
Mi mediodía, mi medianoche, mi palabra, mi canción;
Creí que el amor sería eterno, pero me equivoque…
Auden
En el Museo San Telmo Donosti

Me ha costado mucho escribir este post. Es el último sobre la intensa y plena vida de Txus. Lo he iniciado muchas veces y lo he dejado. Es como si llegar al término del relato de su vida represente otra gran perdida. Sé que es absurdo, sé que ya no está conmigo, pero contar su vida me ha permitido prolongarla, disfrutar algunos meses más de su presencia, compartir con la evocación y el recuerdo más momentos con él. Sé que este cierre no será el definitivo y sé también que como decía François Mauriac “La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo…”
Muchas veces he sentido que este cúmulo hilvanado de palabras nunca logrará expresar cabalmente su vida, nunca hará que los que lo lean lo preserven en su memoria, nunca será más que  un intento fallido por condensar en algunas entradas a un ser humano maravilloso, por organizar mediante la limitada posibilidad de las palabras ese montón de espejos rotos, de formas inconstante, de memoria que según Borges nos convierte en lo que somos.  He tratado de armar el rompecabezas de la vida de Txus y hoy colocó las últimas piezas.
Los últimos años de Txus, no fueron muy diferentes a los que le precedieron, solo que ahora su fortaleza física y su actividad constante se vieron limitados por los estragos y el deterioro normal del paso del tiempo. A esta condición natural se sumó una caída que lo obligó a caminar en bastones hasta casi el final de su vida. Esta incapacidad de movilizarse libremente le obligó a cerrar “El Amigo del Libro” definitivamente. El cerrar el lugar que tantas satisfacciones le había dado lo entristeció momentáneamente, pero si algo había aprendido a lo largo de su vida es que todo es efímero.
Su limitación física no nos impedía viajar y cada año visitamos a nuestra hija y  a su familia en el país vasco. La preparación del viaje nos ayudaba a evadirnos de la situación, cada vez peor, de Venezuela, su tiempo transcurría buscando libros para llevarle a Nerea en el próximo viaje, cuentos de su infancia, literatura sobre Venezuela y Caracas, en fin todo lo que considerará interesante para la niña o su pareja. Algunas mañanas íbamos al Club y se bañaba en la piscina, ya sin brazadas de nadador experto, pero si con la alegría y el relax que siempre sintió dentro del agua.
Plaza Unamuno Bilbao

En estos momentos de auténtica limitación física, lo que más lo ayudo a sobrellevarla fue su pasión por la lectura y la vejez generosa le permitía, gracias a una miopía que lo acompaño casi toda su vida, poder leer sin lentes. Leía al acostarse, al levantarse, mientras me esperaba en cualquier diligencia que me acompañaba, en las piscina... Semanalmente íbamos al centro comercial, donde esta la única gran librería de Acarigua, a comprar libros.  Entraba solo, mientras yo paseaba o compraba, y al volver de mis correrías siempre me detenía a contemplarlo, extasiado frente a las estanterías, revisando libros o sujetando los tres o cuatro que quería comprar debajo de su brazo. Al salir de la librería nos sentábamos en un banco y empezaba a mostrarme entusiasmado los tesoros que había comprado, siempre había uno para mí.  Durante toda su vida compartir lecturas y libros con la gente que quería era su auténtico placer. Ver su cara al describir lo que había adquirido, ver como se regodeaba  en el autor, en las críticas que había leído, era un deleite, siempre te lograba trasmitir su entusiasmo por el libro, por la lectura y por la vida.
Cuando íbamos de viaje siempre nos pedía que lo dejáramos ir solo a comprar libros, mientras nosotras, paseábamos o comprábamos. Nunca llegó puntual a la cita del reencuentro, al entrar en la Casa del Libro, La Central o FNAC  se le detenía el tiempo recorriendo sus pasillos, revisando o leyendo sus libros en los mullidos sillones o buscando con su olfato entrenado algún tema que le interesaba, una obra o algún autor  particular. Para Nere y para mí las librerías, los libros, las ferias de libros… serán siempre un sinónimo de Chicho.  
diversos momentos y una de las librerías de Madrid que siempre visitaba 

Algo que lo lleno de alegría fue ver a nuestra hija madurar, personal y profesionalmente, verla conformar una pareja, asumir responsabilidades. Después de estar o hablar con ella dedicaba unos minutos a comentar, a saborear con re gustico el enorme amor que sentía por ella y la felicidad que siempre le había dado. Cuando regresábamos a Venezuela se desvivía por consolarme y consolarse hablando de las ventajas de que se hubiera ido y de lo poco o nada que ofrecía este país para los jóvenes.
Despedida en Barajas
El acontecimiento positivo más relevante de su último año fue asistir a la boda de Nere y sentirse plenamente satisfecho en su rol como padre. Ver como esa niña que arrullo con cuentos desde que nació, que llevó al cine, al teatro, a museos, que acompañó a los primeros días de colegio, a todos los actos culturales, a todas sus graduaciones, a todos sus logros, que consoló en sus tristezas, en sus llantos, que ayudó a mitigar los miedos nocturnos se había convertido en una mujer que asumía su vida de adulto con una sonrisa en el rostro, con un gran equilibrio emocional, consciente de sus responsabilidades y sobretodo con  claridad sobre lo que quería y esperaba de la vida.
boda de Nerea
Llegamos en septiembre de un viaje cargado de muchas emociones, de cambios trascendentes  y continuamos con nuestra vida. una vida agradable dentro de las circunstancias que solo opacó la muerte de mi papá dos años antes y su fatídica y ultima caída el 31 de diciembre.
A Txus le afecto mucho la muerte de mi papá, mi familia era su única familia en Venezuela y la pérdida de mi papá, un hombre contemporáneo con él, le hizo pensar y reflexionar sobre la muerte, desde ese momento la vio como una posibilidad real que no tardaría en llegar.  Digo esto porque muchas veces me comentaba sobre momentos felices, sobre situaciones concretas, y si bien él era un narrador nato, su forma de rememorar se parecía más a un recuento que al simple relato de una situación. Era como si estuviera haciendo un balance de su vida y siempre concluía que a pesar de su infancia terrible se consideraba un hombre dichoso, feliz y que esta sensación de bienestar era por nosotras, por Nerea y por mí, las personas que más quería y las que más lo habían querido.

Llego diciembre, las cenas familiares, la entrega de regalos, que en el caso de Txus eran siempre libros, y su caída.
Se cayó en las primeras horas del 1 de enero de 2016. Nos dimos cuenta inmediatamente que se había partido la clavícula y temprano en la mañana fuimos a la clínica, le hicieron las radiografías que confirmaron el diagnostico, le inmovilizaron el brazo y teníamos que regresar en un mes para ver si había soldado, una operación podía ser peligrosa por su edad. Transcurrió el mes, entre lecturas y saliendo al patio en silla de ruedas, ya no podía movilizarse por sí mismo. Durante las primeras semanas mantuvo su optimismo, leía, comía bien, disfrutamos la toma de posesión de la nueva asamblea nacional, en fin la vida de siempre con un mayor grado de limitaciones. Me pedía que le llevara los bastones para poder caminar y yo lo complacía, pero no podía sostenerse con una sola mano, intentó con la andadera y tampoco podía mantenerse. Después de un mes encerrado en la casa, conmigo, sus libros y alguna visita eventual, el 3 de febrero salimos a la clínica y el médico nos informó que no se había soldado nada, desde este momento el estado de ánimo de Txus desmejoró enormemente y poco a poco se fue apagando.  No quería hablar con nadie, solo conmigo y con Nerea. Dormía mal, sobresaltado, inquieto, yo tomaba su mano entre las mías y la aferraba fuertemente hasta que se quedaba dormido.  Hacia un esfuerzo gigantesco para complacerme, lo llevaba al patio con libros, periódicos y le ponía música en euskera y coros vascos que siempre le deleitaron, pero poco a poco fue perdiendo toda alegría, las ganas de comer, no quería ni oír hablar de operarse, ni de volver al medico, pero lo que me alerto más fue su falta de interés por la lectura, no prestaba atención a los periódicos o a los libros, se sentaba en el patio con los ojos cerrados, sintiendo los rayitos de sol que pasaban entre las plantas.
última foto de Txus
El día que murió había hablado con Nerea y converso con mi hermana animadamente cuando vino a visitarlo. En la tardecita preparé su cena, la lleve al cuarto y la coloqué sobre la mesita. De pronto me comento que no podía respirar, yo baje todo y lo abrace, diciéndole “no te angusties, quédate tranquilo para que se pase”, él abrazado a mí, casi sin poder respirar, besaba mi mejilla, con un besito quedo, apenas perceptible y de pronto dejo de respirar…
Murió tranquilo, sin miedo, su muerte fue tan apacible como fue su vida.




9 comentarios:

  1. Qué orgullo sería para él leer un blog. Transmites tanto amor con tus palabras... De seguro estará animándote desde algún lugar para que sigas plasmando tus pensamientos de forma tan sutil.
    Muchos besos desde tu isla bonita.
    Maite

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  2. Muchas gracias por este blog y por haber compartido una vida plena con mi tio. Mi más sincero pésame desde Bilbao y seguro que alla donde este, el seguirá luchando y buscando el hacer felices a aquellos a los que quiere.

    Me ha emocionado mucho y aunque lejanamente me ha hecho sentirme parte de una preciosa historia. No me recordarás pero nos conocimos en una de vuestras visitas a Bilbao siendo yo aun niño.

    Juanma, nieto de José Antonio Dolara Larrauri

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  3. Hermoso, es un relato lleno de mucho amor y paz, es una verdadera historia de Amor

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Ana, hoy lo he vuelto a leer, es tan intenso...me lleva a grandes recuerdos de nuestra juventud y sobre todo de Txus quien sin lugar a dudas nos hizo creer y tener fe en un mundo mejor... y es la vida que él construyó nuestro inolvidable Txus

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  6. Nuevamente me parece hermosísimo tu relato. Un relato de un verdadero amor. Un amor que nunca terminará
    Palabras llenas de amor, complaciecia, disfrute, firmesa y aceptación. Muy hermoso amiga.
    Un abrazo.

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  7. Hermoso escrito!! Presenta una vivencia amorosa, cálida, de compenetración y apoyo para el ser querido, que se siente que aún vive en las huellas que dejó...Qué bien haber compartido tan buenos momentos y qué bonito transmitirlos de esta manera...Siento que te acompaño con agrado en esta experiencia..Abrazo!!

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