nuestra casa |
La mudanza a Acarigua-Araure fue escalonada, primero, a mediados de
septiembre trajimos a Nerea por el
inicio de las clases, a finales de septiembre vine yo y en octubre llego Txus, él se había quedado en
Caracas embalando, su posesión más preciada, sus miles y miles de libros. Nere
y yo nos instalamos en casa de mis padres, no queríamos mudarnos a la casa
hasta que todo estuviera listo. Nerea se adaptó rápidamente a su nuevo colegio,
a pesar de nuestra preocupación, su colegio en Caracas era experimental basado
en la nueva pedagogía, con poquísimos alumnos por aula y un excelente grupo de
maestras que amaban su trabajo y estimulaban la libertad en sus pupilos. El colegio de Acarigua-Araure era totalmente
tradicional, pero apenas llego hizo un grupo de amigos maravilloso que ha
mantenido a pesar del paso del tiempo y la distancia. Mientras ella estaba en el colegio yo venía a
la nueva casa y ordenaba un poco cada día. Después de unos 15 días estaba todo
listo para nuestra mudanza. Comentábamos la maravillosa sensación que sentíamos
al empezar esta nueva vida y al poco tiempo todos sentíamos que habíamos vivido siempre ahí.
Txus y yo llevábamos a Nere al colegio y después nos íbamos a caminar al
aeropuerto, caminábamos unos tres kilómetros. Esta caminata matutina, tomados
de la mano, nos servía para hablar de nosotros, de la familia, de alguna
película o libro y se nos pasaba sin darnos cuenta. Después tomábamos café en
casa de mis padres, costumbre que se instauró definitivamente en nuestra vida
araureña.
Antes de mudarnos habíamos
hablado de la posibilidad de que ocupará su tiempo en algo, en alguna actividad
que le gustará y se le ocurrió, recordando a la señora
de Bilbao que alquilaba los tebeos,
alquilar los libros. Después de instalados se entretenía buscando locales donde
pudiera hacer realidad este sueño. Visitamos muchos y por fin descubrió un
pequeño local que se ajustaba al presupuesto que habíamos estipulado y que
tenía una ubicación privilegiada.
Un mes más tarde después de comprar el mobiliario constituido por
bibliotecas, una mesa ovalada con seis
sillas y un pequeño escritorio para el uso exclusivo de Txus y de trasladar
parte de nuestra biblioteca inauguramos “El Amigo del Libro”, para Txus este
nombre se ajustaba perfectamente al aprecio que sentía por sus eternos e inseparables compañeros.
Fachada de El Amigo del Libro y Txus atendiendo a los usuarios |
El éxito fue inmediato, al poco tiempo de inaugurado los estudiantes
de Acarigua-Araure iban donde “el señor
que sabía todo” a consultar, a hacer tareas, o sencillamente a conversar con
él. Pronto se corrió la voz y venían estudiantes de otros pueblos, ya no solo
de educación media o primaria, sino estudiantes universitarios, incluso de la
ULA. Los pocos lectores que hay en Acarigua-Araure
pronto descubrieron el lugar e iban en las tardes a conversar con Txus, gracias
a esto conocimos gente muy interesante, con los que iniciamos una gran amistad
e intercambio de cenas aderezadas con buen vino. Txus se levantaba todos los días muy
ilusionado, después de dejar a Nerea, pasear y tomar café se iba a su “negocio”
como lo llamaba, atendía a los usuarios con una sonrisa, cerraba al mediodía,
buscaba a Nere, almorzábamos juntos, hacia una breve siesta y regresaba nuevamente
en la tarde. El llamarlo “negocio” era
un eufemismo, pues nunca brindo beneficio alguno a nivel monetario, pero a
nivel personal fue una de las actividades que más satisfacciones le brindo en
su vida.
Pronto lo entrevistaron en la TV y en el periódico local y se
convirtió en un referente en universidades, colegios y liceos. Años más tarde
le hicieron una maravillosa entrevista para el periódico El Nacional, la cual
compartiré con ustedes en el siguiente post, donde narra su historia y la
historia de “el Amigo del Libro”.
A veces era tal la afluencia de gente que no se sentaba en todo el
día. Fue muy feliz en esta época, el que siempre fue un dador y un luchador por
los derechos de los demás sentía que estaba realizando una valiosa labor
contribuyendo a educar a la gente.
La mudanza a Araure, el lugar donde efectivamente vivíamos, fue una de
nuestras mejores decisiones. La tranquilidad que buscábamos la encontramos
aquí, la familia había ganado más tiempo de calidad y podíamos compartir
diariamente con los abuelos y los demás parientes. Los fines de semana
disfrutábamos de la piscina y Nerea paso una adolescencia agradable y segura.
Y el tiempo transcurrió casi sin darnos cuenta estos primeros años,
con su rutina agradable, entre libros y con esas conversaciones sabrosas que
todas las tardecitas hacíamos los tres en nuestra sala. Nos entreteníamos en discusiones apasionadas
sobre cualquier tópico, algo que todavía añoro y que extrañaré siempre o
veíamos películas de buenos directores que muchas veces nos hacían llorar
acostados en nuestro cuarto frente al televisor, muchas veces con las lágrimas
todavía rodando por nuestras mejillas nos sentamos a hablar de la película y le
preguntábamos a Txus sobre algo histórico o teórico que requería explicaciones
adicionales y el con su inmenso y profundo conocimiento de todo nos narraba los
hechos o nos explicaba las teorías.
Txus fue una pareja y un padre tan maravilloso que cuando Nerea o yo emprendíamos algún proyecto o estudio del que él no tenía información leía ávidamente sobre el tema para discutirlo con nosotras y poder acompañarnos. Así amplio sus conocimientos sobre educación a distancia cuando yo hice mi maestría y se esforzó en aprender todo sobre la formación del periodista cuando Nerea inicio sus estudios de Comunicación Social. Aprendió todo sobre los Cocker Spaniel, cuando compramos a Bianca, nuestra perrita durante 13 años.
Bianca, Ruri, Bianqui, Pitxi |
La relación de Bianca con
nosotros era muy estrecha, era un miembro
más de la familia. Todas las noches salíamos a pasear por la
urbanización Txus, Bianca y yo, de hecho todos los vecinos nos conocían como
los dueños de Bianca. La recorríamos toda, con la perrita al frente, olfateando
y husmeando todo lo que encontraba a su paso, en algunas ocasiones también nos
acompañaba nuestra gata Alai (Alegría en euskera) siempre a un nivel superior,
caminado sobre los tejados o las rejas de las casa para protegerse de perros no tan amigables como su compañera.
Todas las mañanas cuando Txus salía a comprar el periódico ella se montaba en
el carro, en el puesto de copiloto y con su cabecita asomada y revoloteando las
orejas los veíamos alejarse o llegar.
Bianca era su nombre oficial
pero también la llamábamos Rura o Ruri, Bianqui, pitxi, en fin nombres a los
que respondía indistintamente. Cuando estaba en celo, salíamos a pasear y Txus
tomaba un palo o bastón para ahuyentar a todos los perros que nos seguían. La
cuidaba como un padre padrone, siempre listo a defender su virtud.
Entre libros, conversaciones,
perros, gatos, piscina, abuelos, trasnochos (cuando la niña ya fue adolescente
y asistía a las fiestas típicas de esa época) y algún sobresalto, que nos
proporcionaba, no nuestra apacible vida sino el país, transcurría una vida
plena de buenos y satisfactorios momentos y anécdotas que atesoraremos para siempre en nuestros
recuerdos. Cuando llamaban a Txus desde el país vasco siempre respondía a la
pregunta “¿Cómo estáis?” Con un “nosotros muy bien, el país no tanto”
En esos años la debacle de la
democracia venezolana y de su economía vivía su inicio. El chavismo, ese mal
mayor que llego al país un nefasto 4 de febrero 1992, había llegado a la presidencia.
Txus siempre lo asocio con el
fascismo y se descomponía frente a la ingenuidad de la gente que como borregos caían
seducidos por las palabras del encantador. Si algo lo desquiciaba era hablar
con un chavista que no discutía, no entendía argumentos sino que
impasible, como loro, repetía la cantinela
dicha desde el hipnotizador de Miraflores. En esa época demostraba su temeridad
continuamente, si veía militares o gente vestida de rojo, comentaba en voz alta
para que lo escucharan, que eran fascista, “cabrones” (este término nunca
desapareció de su vocabulario). El amigo del libro le servía como plataforma
para expresar a viva voz sus argumentos contra el chavismo, todo aquel que
mostrará simpatías por el régimen tenía que escuchar los razonamientos y
demostraciones intachables de Txus de lo peligroso que era el gobierno y como
el futuro democrático del país estaba en peligro. Él que siempre había sido una
persona tolerante con todo y con todos se volvió visceral frente a lo que
asociaba o le recordaba al fascismo de su infancia y el chavismo tenía todos
los visos distintivos de un régimen totalitario. Fue en estos años que el amor que profesaba a
esta tierra de gracia, que le abrió sus brazos y a la que entrego su vida,
empezó a fracturarse. Se sentía como un amante traicionado, que desconocía a su
amorosa amada de años y descubría una
amante resentida, llena de odio, crédula que sin mayor reflexión y análisis se
entregaba impúdicamente a un embaucador.
Escribiendo esto me viene a
la mente un hermoso poema de Luis Cernuda que llegó a mí a través de Txus, él
amaba a este poeta, amaba este poema en
particular. Hoy, más que nunca, siento
que este poema le pertenece, que fue escrito para el Txus político, para el
Txus que amaba a Venezuela y que luchaba por hacerla mejor.
“… Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?...”
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?...”
Y aunque un velo de lágrimas
cubre mis ojos en este momento, pienso en que a pesar de que su país de
adopción le falló, nosotras, sus amores
privados, no le fallamos y, ahora, nunca le fallaremos.
Pero dejemos de hablar de la
situación del país, esta ya ocupó muchas horas de nuestro tiempo y de nuestra
vida, no quiero que también ocupe las líneas de este post. Como respondía Txus, nosotros estábamos bien, felices y
contentos. Irremediablemente el tiempo transcurría y llego la hora de la graduación, de buscar la
universidad y de que Nerea abandonará el nido.
graduación de bachillerato de Nerea |
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