martes, 23 de febrero de 2016

La vida en Bilbao y los veranos en Artzentales

Al morir don Casimiro, doña María se mudó a Bilbao con sus hijos, primero a un apartamento en la calle Sabino Arana y después, definitivamente, a la calle Autonomía. Sobre este periodo Txus, tenía gratos recuerdos y su vida era como la de todo niño de su edad, iba a la escuela, salía con su madre y hermanas y pasaba los veranos en Artzentales.
Txus en el colegio antes de la guerra
Nos contaba con entusiasmo como nació su amor por la lectura. En un zaguán cercano a su casa vivía una viuda que alquilaba tebeos o suplementos.  Él  aprendió a leer muy pequeño, ahorraba el dinero que le daban para disfrutar de la lectura de los tebeos sentado en un banquito a la sombra del zaguán. Siempre  lo imagine sentadito, concentrado, aferrado a las páginas y perdido en ese mundo de aventuras e ilusión. Cuando leía se desconectaba totalmente del mundo que lo rodeaba.
Una navidad se le olvido escribir la carta a los reyes magos y al darse cuenta se sentó a llorar. Después de llorar desconsoladamente durante algún tiempo, su madre lo llevo al único ultramarino (abastos) que tenía teléfono y llamó a los reyes explicándoles la situación y subsanando la crisis.
La visita inesperada del Tío Eustaquio, hermano de su padre y marino mercante, trastoco por un tiempo la apacible vida de la familia.  Llegó una tarde de invierno con una mujer norteamericana y un niño, ella apenas hablaba algunas palabras de español y, para disgusto de doña María fumaba continuamente. La familia escuchó atónita como el tío se había escapado con esa mujer y habían huido a España.  El hecho que no estuvieran casados y con un hijo representaba un pecado para doña María, ella era  súper conservadora, de misa y comunión diaria y esta situación la trastoco. Después de varios días de soportar esta situación, organizó un viaje al pueblo a visitar a la abuela, Txus y sus tres hermanas menores estaban entusiasmados por tan repentino hecho. Le informaron al tío que tenía que dejar la casa y al día siguiente todos salieron, el tío a una pensión y los demás a la estación a tomar el tren, pero para sorpresas de los niños al recorrer unas tres cuadras, su madre les informó que tenían que regresar a la casa que todo había sido un simulacro para deshacerse del tío, afligidos rehicieron el camino andado. 
Txus y sus tres hermanitas
En esta época Txus tuvo su primer reconocimiento público, al hacer la primera comunión le tomaron una foto en un estudio cercano a la casa y quedo tan lindo, que durante mucho tiempo estuvo en exhibición. Txus organizaba visitas con sus amiguitos del colegio para que lo fueran a ver y se convirtió en un niño muy popular. Esta foto, uno de nuestros tesoros y lo quiero compartir con ustedes.
Esta es la foto exhibida en la vidriera del estudio y que Txus enseñaba a sus amiguitos y 
.Cuando llegaba el verano se trasladaban al pueblo y empezaba un periodo de alegría y libertad. Txus se transformaba en el “Bicho” mote con el que lo conocían en el pueblo por sus tremenduras y viveza. La primera vez que visite Artzentales, al entrar a un bar, todo el mundo grito ¡hombre, el Bicho! Y se paraban a abrazarlo. La última vez que visitamos el pueblo, estábamos frente a la plaza hablando con el Alcalde, que resultó ser conocido de la familia y desde la ventana de un segundo piso una señora mayor nos miraba sonriendo, después de un rato contemplándonos bajo y mirando a Txus lo abrazo y le dijo “tú eres el Bicho”, habían pasado casi 80 años desde la última vez que lo había visto.  Fue un reencuentro cargado de emoción, donde se habló de un pasado remoto y feliz y de una guerra que trastoco todo, 
Sus grandes amigos eran Justi, su primo, y el hijo del medico. Con Justi se reencontraba cuando íbamos a Madrid. pasaban largo tiempo hablando de ese periodo. de sus travesuras, de su vida antes de la guerra, de la Zarzuela, la casa de Justi, con sus pavos reales paseando por el jardín, sus opíparas comidas y reuniones sociales e inevitablemente de todos los seres queridos que ya no estaban. verlos alejarse conversando animadamente y verlos regresar de sus paseos, con esa mirada alegre, cargada de evocaciones y recuerdos de esa infancia compartida nos producía una profunda emoción. 
El Bicho y sus travesuras quedaron impresos en la memoria del pueblo. El pequeño Bicho un día lleno de garrapatas la barriga del burro del barbero cojo  y cuando el pobre hombre se montó para irse el burro se encabrito y lo tumbo y siempre que intentaba subirse el burro volvía a tumbarlo. Todo el pueblo sabía quien había sido el autor de este hecho.  Una mañana  el perro de peleas del tío Sopas no apareció a desayunar  y los buscaron durante todo el día. El pequeño Txus lo había azuzado con un saco y una vez que el perro lo mordió lo guindo a un árbol.  A este perro, que ganaba todas las peleas en la zona y que era un campeón temible, el Bicho le disputaba la comida colocándose a cuatro patas  a su lado.  Cuando contaba estas travesuras siempre tenía una sonrisa pícara, se tapaba la boca con una mano, después extendía un poco sus brazos  y nos miraba con ojos de niño travieso.
Txus y las tres hermanas que le antecedían en nacimiento  tenían una relación muy estrecha, pero su hermana especial fue Isabel, la penúltima de los Dolara Larrauri.  Toda la familia que la conoció  nos aseguraba que Nerea se parece  mucho a ella. La llamaban Beluca  y  todavía al hablar de ella Txus no podía evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.  
Pero esta vida de Txus, alias el “Bicho” no duro mucho tiempo. El 16 de Julio de 1936 La guerra civil estalló y ese niño de apenas 8 años de edad empezó un periplo de miedo, tristeza y desesperanza. 

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