miércoles, 24 de febrero de 2016

Una Guerra irreal



No sé por dónde  empezar a escribir las siguiente entradas. La guerra es uno de los episodios más conmovedores de la historia de mi Chicho.  Txus siempre contaba que la guerra al inicio no se sentía como real, que era algo lejano, de lo que hablaban los mayores y se reseñaba en la prensa. Ya en esta época, con sus 8 añitos, leía el periódico y seguía diariamente los acontecimientos.   Pero en la medida que el frente se aproximaba a Bilbao, su madre decidió irse al pueblo con la abuela.
Previamente quiero explicar cuál era la situación política familiar. Su madre monárquica, pero poco interesada en la política, estaba en contra de la república. Sus hermanos mayores, además de republicanos, eran nacionalistas vascos. Él siempre pensó que el ambiente en su casa tenía que ser muy tenso y recordaba discusiones entre su madre y hermanos. El resto de la familia se dividía entre los dos bandos, el tío Sopas y los de la Zarzuela apoyaban a los sublevados y se enlistarón a pelar en contra de la república, sus hermanos, por el contrario, se unieron a las filas republicanas.
Hace pocos años me comentó que tenía un secreto que me quería contar y que nunca se lo había contado a nadie. De todos sus hermanos varones, Fermín, era su favorito. Siempre me había relatado que era una persona  cálida, pendiente de sus hermanitos, simpática y sumamente amable. Ese día entre lágrimas me confesó que Fermín no era republicano y que se había unido a los sublevados y que en algún momento se encontró con él vestido de uniforme y  lo ignoró, no le habló, escapo para que Fermín no lo viera y que más nunca lo vio porque poco después murió. Él estaba seguro que su hermano lo había visto, que se había dado cuenta de su vergüenza  y no quiso violentarlo con un saludo.   Me dijo que había actuado miserablemente y que siempre se había sentido culpable de su comportamiento, no se perdonaba el haber ignorado a su hermano más querido. Yo lo abrace y le dije que era un niño, que en la infancia todo adquiere  proporciones extraordinarias y que su culpa, se debía más que a su infantil conducta, a la muerte del hermano. El haberme compartido su secreto lo alivio, pero imagino cuánto sufrió pensando en ese incidente, cuánta culpa sintió por un hecho que solo adquirió trascendencia por la horrible guerra.
La vida en el pueblo era más tranquila que en Bilbao y durante algún tiempo casi se sintieron en la normalidad, a pesar de que la  abuela no solo acogió a su hija y a los nietos que no estaban en el frente, sino a la primera esposa del hijo mayor de los Dolara larrauri,  Federico, y a su pequeño bebe recién nacido. Eran aproximadamente unas 12 personas, sin contar a Pepín, primo entrañable de Txus y al tío Sopas, que por razones que desconozco no peleo en la guerra, El tío era contemporáneo y amigo de juergas de los hermanos mayores  Pepín se había ido a vivir con la abuela años antes, cuando un trágico accidente acabó con la vida de sus padres.   Los pequeños de la familia jugaban por el pueblo, en el frontón de la iglesia, en los jardines de la Zarzuela, deambulaban de aquí para allá en unas vacaciones imprevistas, sin responsabilidades escolares.
Pero el frente les llego al pueblo con el horrible rugir de los aviones. Italia y Alemania decidieron convertir la guerra civil española  en un campo de pruebas para probar nuevas estrategias de combate y nuevos aviones. con miras a una guerra mundial que la ingenua Europa ni siquiera  imaginaba.   Los  bombardeos  se convirtieron en el dia a dia  y atacar a la población civil, atemorizarla continuamente, se convirtió en un arma efectiva contra el enemigo. Despertaron del sueño de normalidad de la peor manera posible y la guerra se hizo real.


2 comentarios:

  1. Un evento que marco a toda la persona que la vivieron. Horribles vivencias que destruyeron el alma y sentir de una nación. Uno se sintieron extraños, despreciados, otros vengadores. Aun hoy España llora y sufre

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