jueves, 31 de marzo de 2016

“Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen, por estos días, los muertos de mi felicidad” Silvio Rodriguez

el dia de nuestra boda
El 5 de junio de 1981 nos casamos por civil en el apartamento de Txus, fue una ceremonia muy íntima, solo mi familia y nuestros amigos más cercanos. Mi mamá me compró un lindo vestido, casi matrimonial, que todavía conservó. Txus se compró una linda chaqueta. Estábamos radiantes, felices y creó que todos pasamos un buen rato.
Al día siguiente nos fuimos una semana a Mérida, nos quedamos en el Hotel Prado Rio en una de sus cabañas. Paseamos, comimos, subimos al teleférico, fuimos a Jají, paseamos a caballo y nos reíamos de cosas absurdas, en fin, todo felicidad, una luna de miel chiquitica. La grande vendría después, antes tenía que entregar la tesis de grado y graduarme en la universidad.
Hotel Prado Río Mérida Venezuela
En enero viajamos  a Europa durante 2 meses. Llegamos a Madrid después  nos fuimos a Holanda, Londres, país Vasco, Madrid, Canarias  y regreso a Caracas. Fue intenso y maravilloso compartir con Txus museos y galerías, edificios históricos, ciudades, asombrarnos de todos los gustos que compartíamos, descubrirnos pensando en lo mismo o diciendo al unísono las mismas frases o palabras nos hacía constatar lo acertado de nuestra decisión. Viajar con él   era como viajar con un guía turístico, con master en historia, geografía, arte, cultura general que hacía más placenteras e instructivas  las visitas. En ese viaje descubrí la compulsión de Txus por comprar libros, afiches, mapas… Cargar las maletas cuando salimos de Caracas ya era un esfuerzo, el papel pesa, y llevábamos mapas, guías Michelin  y algunos libros para consumo nuestro o para regalos. Pero en la medida que el viaje avanzaba cargarlas se convirtió en una tarea titánica y ni les cuento de los bolsos de mano que trasformados en auténticos  monolitos eran inamovibles.
Las visitas al País Vasco y a Canarias tenían como  segunda intención conocer a las familias y amigos de cada uno. En el País Vasco al llegar al aeropuerto, vi a un hombre pequeño con una enorme planta en una maceta dirigirse hacia nosotros, llamándonos por nuestro nombre, inmediatamente sabía que se trataba de uno de los amigos más entrañables de Txus, hermano del “colegio” que fue a Venezuela con él,  compañero inseparable en todo lo que emprendió, desde el estraperlo, hasta la política y que hacía años había retornado al País Vasco. Un hombre adorable, con una mezcla de locura, alegría y ternura única e irrepetible. Con él estaba el querido hermano Juan, el que nunca desamparo a Txus, al llegar a su casa conocí a su esposa Mary, la maternal, y a sus hijos, este día cerró con una cena familiar y amigos. Ahí aprendí que comer y comida está en la naturaleza innata del ser vasco.
Y así se sucedían  días y días donde la gente de los cuentos y anécdotas de Txus iban adquiriendo rostros, voces, risas. Conocer los protagonistas de sus historias fue genial, compartir con ellos, hablar, reír un deleite. Me aceptaron inmediatamente Txus, estaba “tan bien, tan feliz” y  yo era la responsable de ese estado de bienestar así  que me  abrieron su corazón y su afecto.
Después de grandes  y sabrosas comilonas, conocer a toda la familia (en Donosti tuve el placer de conocer a la hermana mayor,  María Luisa, y su parecido con el benjamín de la familia era asombroso), visitar todos los lugares importantes para Txus, dar paseos por todo el país vasco y Navarra llegó la hora de las despedidas. Done mi planta a la casa de Juan y la vi crecer en viajes posteriores, pero de todas formas el equipaje se vio aumentado, después de hacer un comentario sobre un cuadro pintado por el amigo entrañable de Txus este nos sorprendió en la despedida con el cuadro embalado y listo para viajar.
El cuadro de Luisito Zubia ha colgado en nuestra pared durante 35 años como testigo mudo de nuestra vida
Fueron todos a despedirnos  y me asombró ver a esos hombres, que habían pasado por tanto,  abrazarse con lágrimas que corrían por sus mejillas. El afecto que surge en condiciones extremas dura para siempre.
En Canarias compartimos con mi familia, mis abuelas, ya mis abuelos habían muerto, mis tíos y mis primos y primas y pasamos momentos muy gratos. La peculiar tía Maria, tía de mi papá, calló subyugada  a los pies de Txus y me comentaba “si tuviera 20 años menos te quitaría a ese hombre”. Cuando la calificó como peculiar no es un eufemismo, vivía sola, había vuelto a Canarias de Cuba después de la revolución por no estar de acuerdo con la ideas de Fidel, dejando atrás esposo e hijos. Fumaba muchísimo y tomaba vino, era independiente y nos enseñó a todos los primos, desde pequeños y a escondidas, el placer de fumar y beber. Todos la adorábamos.
No sé en qué momento de nuestra relación Txus empezó a llamarme Chichi y yo como contrapartida Chicho, pero no hace mucho una prima querida me recordaba como toda la familia se sorprendió y se mofaban a nuestras espaldas de esta cursi forma de tratarnos, digo mofarse por que en el gen de los Hernández las bromas y las risas están incorporados.
viaje

foto en Holanda. Nerea escribió algo precioso sobre ella  los invito a leerlo 
Y llego la hora de regresar a Caracas, a nuestro apartamento y empezar en serio nuestro día a día como pareja. Cada uno a su trabajo deseando que concluyera la tarde para volver a estar juntos, empecé  a cocinar, yo que en mi vida lo había hecho, experimentaba en la cocina  cada día y debo decir que siempre con éxito, tenía un don culinario que hasta el momento no había descubierto, antes y después de cenar hablábamos de todo. El dialogo y las conversaciones siempre fueron importantes en nuestra vida. Cada día de nuestra larga relación no hubo uno solo en que no nos dedicáramos un largo rato a conversar de cualquier cosa desde el libro que leíamos, hasta la última película, pasando por la política, por la música, el arte… Los fines de semana le preparaba el desayuno y con el olor a café y las panquecas o arepas humeantes, llevaba el desayuno a la cama cantándole una canción (me da un poco de vergüenza compartir esto): “Buenos días Chicho lindo, Buenos días tenga usted…” se despertaba, se estiraba, me besaba y nos sentábamos a comer. Después invariablemente poníamos música (Tchaikovsky, Purcel, Maria Callas y mi favorito de la época Silvio Rodríguez)  y leíamos los periódicos, siempre empezaba por los deportes, después noticias  internacionales, noticias nacionales y por último el cuerpo dedicado a cultura y opinión. Y entre pieza musical y lectura intercambiábamos largos coloquios sobre algo interesante que leíamos y si nos gustaba mucho lo leíamos en voz alta, mientras el otro prestaba toda su atención.   

En la casa siempre se escuchaba música  y yo, que provengo de una familia cantarina, acompañaba a todos los intérpretes, cantaba desde Casta Diva, hasta la última canción de moda.  Txus que tenía una voz horrible se admiraba de mi capacidad para aprenderlas y me comentaba siempre como le gustaba escucharme cantar. Como ya señale era fanática de Silvio Rodríguez en esa época, no me perdía sus conciertos cuando venía a Caracas. Silvio se convirtió en el soundtrack de nuestra vida. Txus lo consideraba un poeta y de todo su repertorio había dos canciones que le encantaban, la primera por que reflejaba como se sentía en ese momento y la segunda porque expresaba su forma de amarme. Escúchenlas y presten mucha atención a sus poéticas letras.




A veces preparaba picnics en el balcón, poníamos un mantel en el piso y comíamos. Íbamos mucho de picnic, algunos fines de semana me levantaba temprano y preparaba comida, la metía en una cesta y salíamos a descubrir lugares donde comer. Salíamos a cenar o invitábamos a amigos a la casa y seguíamos asistiendo al cine, conciertos, teatro a toda la amplia gama cultural que ofrecía la Caracas de la época. Pero algo teníamos claro del fin de semana siempre uno de los días tenía que ser exclusivamente para nosotros solos.
En los años que habíamos compartido solo en un momento vi el rostro de Txus ensombrecido y crispado, cuando el loco Tejero tomó por asalto y disparó en las cortes españolas. Ese 23 de febrero de 1981 un Txus  desencajado abrió  la puerta, entró y se sentó postrado, vencido, en el sillón, me senté en sus piernas y lo abrace mientras me contaba sus miedos, menos mal que al poco tiempo la televisión informó que el golpe había sido abortado. Al evocar esto, una canción de Silvio acompaña al recuerdo y se repite continuamente en mi mente:
Si hay días que vuelvo cansado, 
sucio de tiempo, 
sin para amor, 
es que regreso del mundo, 
no del bosque, no del sol. 
En esos días, 
compañera, 
ponte alma nueva 
para mi más bella flor”


Pero a excepción de ese momento nada turbó la felicidad y  transcurrían los días, los meses y los años y la sonrisa con la que nos despertábamos cada día seguía ahí imperturbable. A principios de 1983 decidimos que había llegado el momento de dejar de ser pareja y convertirnos en familia. En junio nos enteramos que estábamos esperando un bebe y la alegría fue intensa, pasaba largos ratos con su cabeza apoyada en mi barriga, hablándole al bebe. Empezó a comprar libros sobre el embarazo y el cuidado de los niños y los dos los leíamos con verdadero interés. Fueron nueve meses idílicos, apenas ensombrecidos por algunas dudas o miedos que acechan  a los padres primerizos. Hacia ejercicios físicos y de relajación y caminaba todos los días a la estación del metro de la Plaza Venezuela donde me encontraba con Txus para venir paseando  hasta el apartamento, me detenía en las vidrieras de prenatal y en todas las tiendas de bebes que había en el boulevard, empecé  a tejer ropita, a comer súper sano a dejar de ir a sitios bulliciosos que afectaran al bebe, me hice fanática de los pepinos y del concierto para violín de Tchaikovsky y Txus apoyándome en todo, moviendo los muebles, haciendo espacio para el bebe, en un apartamento lleno de bibliotecas y libros El estudio se transformó en un cuarto de bebe y los libros fueron sustituidos por móviles, muñecos de peluche y por supuesto cuentos infantiles. Preparábamos el cuarto para XX, así llamamos al bebe, pues  un día que estábamos viendo  el eco y habiendo advertido que no queríamos saber el sexo, entró  la  enfermera y le comentó al doctor, no hay duda es XX.
solo faltaba un mes para el nacimiento de XX
Txus no solo  irradiaba felicidad, sonaba a felicidad, un apenas audible canturreo salía de su garganta, una especie de runruneo musical que me indicaba y me indicó siempre lo  feliz que era. Ese susurro que ya no se repetirá jamas  fue para mi el sonido de su felicidad.



lunes, 28 de marzo de 2016

El encuentro

Hasta el momento he narrado la historia de Txus basada en los cuentos y anécdotas que me contó o que comentaba con sus amigos más entrañables y  con sus familiares  en agradables reuniones que siempre atesoraré en mis recuerdos.

Ahora contare la historia compartida, la historia de nuestra vida en común. No va ser tarea fácil, como nos recuerda  Francesca desde  el V infierno de la Divina Comedia de Dante:

“…No hay mayor dolor,
que, en la miseria recordar
el feliz tiempo…”

En las Res. Sans Souci Edificio Apamate vivía Txus
En octubre  de 1979, después del viaje que había realizado  se dedicó a trabajar intensamente  por Amnistía Internacional  y los Derechos Humanos  y retomó su acostumbrada vida, su trabajo rutinario en el ministerio y sus fines de semana de piscina y lectura. A la piscina asistía acompañado de su grupo de amigos, incluyendo a su ex esposa.
Entretanto una joven yo, llegada de un reciente viaje de vacaciones, fui con una amiga a bañarme en la piscina del Centro Vasco de Caracas. Desde la piscina mi amiga señalando a un hombre que leía tumbado en una silla de extensión  abstraído totalmente del grupo que lo rodeaba, me comentó: ¿Vez ese señor de pelo blanco? Es Txus, es el tío de… y sabe de todo, cada vez que teníamos dudas le preguntábamos a él, creo que él me inspiró para estudiar sociología (palabras más, palabras menos) Lo mire con cierto  interés pero inmediatamente perdió  mi atención.
piscina de Centro Vasco, a la derecha, bajo los árboles leia Txus
A mi amiga, otro amigo muy querido le habló  de una organización de Derechos Humanos en la que podíamos luchar por presos políticos, deseosos de trabajar por los demás, los tres inseparables asistimos a la primera reunión de AI con un grupo de jóvenes, hijos de vascos, que pertenecían a la organización.
Amnistía Internacional
Uno de los jóvenes miembros nos fue  empapando del tema y del trabajo de AI y no tardó mucho en convertirse en otro  inseparable más. Ya con información suficiente nos invitaron a participar en una reunión del grupo de veteranos. Llegamos a la reunión y ahí estaba Txus, desde el momento que empezó a hablar me fascino (yo siempre comentaba que mi tipo de hombre era como los jesuita, inteligentes y sabios) parecía uno de los curas que nos daban clase y además vasco como ellos era el hombre perfecto. Al terminar la reunión nos quedamos charlando animadamente y entonces comentó mirándome: “te he visto antes, estabas en la piscina del Centro Vasco con un bikini verde”, todos lo miraron y yo quede gratamente sorprendida de que se hubiera fijado en mí y que aun recordará el color de mi traje de baño.
Todas la semanas íbamos a  las reuniones, que pronto empezaron a realizase en el apartamento de Txus, con auténtica ilusión esperaba esas reuniones donde después nos quedamos los cinco (Txus, mis amigos inseparables y yo) charlando sobre los temas más diversos: literatura, cine, psicología, teorías políticas, filosofía… En fin sobre la vida, la muerte, la existencia, el ser, sobre todos los temas que nos interesaban. Nosotros éramos lectores preocupados por todo y casi siempre salíamos de ahí con libros que nos prestaba o regalaba, en algún momento hasta nos acompañó a ver alguna película, la primera que vimos juntos fue Novecento.  
Después de salir del cine nos fuimos a su casa a discutirla durante horas, la ventaja de tener a Txus es que al mismo tiempo que discutimos de la película hablaba de la historia, la política de la época y de todos los temas que se asoman en esa extraordinaria película.
En la universidad comentábamos entusiasmados con nuestros amigos sobre las reuniones y el maravilloso hombre que habíamos conocido, todos sentían auténtica curiosidad por conocerlo. Un día le compre rosas amarillas, acababa de leer, no recuerdo en donde, que significaban admiración y cuando se las entregue se sintió tan feliz, que a todos los que iban llegando les comentaba que era la primera vez que le regalaban flores. Otro día que fui sin mis amigos a la reunión, me quede a solas con él y después de hablar durante horas, me acompaño a mi casa, en el trayecto agarraba mi brazo para cruzar la calle y al llegar me dio un beso de despedida en la mejilla, suave, largo,  que me pareció el mejor del mundo.
Definitivamente me había enamorado, tenía todos los síntomas, yo que siempre me tome las relaciones con una ligereza que asombraba a todos, que salía con uno y otro y que pensé que ese amor de película solo se vivía en ficción, me sentí subyugada, atraída, apasionada, embelesada por  un hombre contemporáneo con mi papá. Hablaba con mis amigos de este enamoramiento sin esperanzas, pues pensaba que un hombre maravilloso como él nunca podría fijarse en mí. El hermano de mi inseparable amiga nos acompañaba algunas veces a las reuniones y cada vez que Txus me miraba, estornudaba con un ¡Aaachusss! estruendoso y lo mejor es que por la cantidad de estornudos que realizaba me miraba con demasiada frecuencia.
En diciembre de ese año mi amiga lo invitó a su cumpleaños, lo iba a celebrar con otra amiga que cumplía en ese mismo mes. Hicimos una  fogata en el patio de la casa y fueron todos los compañeros de la universidad. Txus llegó acompañado de un amigo. La novia de un compañero, fue a saludarlo con mucho cariño, conocía a Txus desde pequeña, era muy pana de su papá. Esa noche a la luz del fuego, contemplando las primeras luces del amanecer sobre Caracas y con su brazo sobre mis hombros, me dijo al oído que le gustaba.
Poco después,  en su casa acostados, con mi cabeza en su pecho y acariciando mi pelo, me comentó que mi cara de emoción al ver el amanecer lo cautivo de tal manera, que no pudo frenar su confesión, que le gustaba desde que me vio en el centro vasco con mi bikini verde y rodeada de amigos, que se emocionó cuando me vio entrar a esa reunión de AI, que disfrutaba de cada momento que pasaba conmigo y con mis amigos, que le fascinaba mi  capacidad de asombrarme y tener curiosidad como los niños pero al mismo tiempo mis preocupaciones, intereses y gusto de  adulto…
Nos confesamos, ese primer día que pase en su casa, todo. Lo que habíamos sentido, los miedos que nos habían asaltado,  lo que imaginamos, y en ese hablar y hablar nos llegó la noche sin apenas darnos cuenta. Me acompañó a mi casa y quedamos para pasar el día siguiente. Apenas dormí, me  levante, compre algo en la panadería y llegue  temprano a su casa con el desayuno. A partir de ese momento, prácticamente,  su casa sería mi casa.
En ese frenesí inicial que tiene toda relación, centrados uno en el otro, los demás desaparecieron como por arte de magia. Nada, ni nadie existía. Solo unos pocos elegidos y cercanos conocían la existencia de nuestra relación. Para los demás seguíamos igual, pero como dice el dicho “Amor y felicidad no se pueden ocultar” y todo aquel que nos veía juntos sabía que algo existía   entre los dos. Cuando se ama hay gestos imperceptibles que nos delatan, miradas, contactos, comentarios que no se pueden ocultar.
Después de un primer momento de reserva, decidimos hacer público nuestro amor, salíamos al cine, al teatro, a conciertos, a comer, a exposiciones y a viajar. Algunos se acercaban para advertir, preocupados, el peligro de una relación de estas características. Sus amigos le hablaban de la volubilidad de la juventud, del riesgo que encerraba involucrase con una persona tan joven, del dolor que podía significar una ruptura, que todos veían como inminente. Mis amigos alegaban que iba a hacerle daño a Txus, que mis relaciones no duraban, que me cansaba de todos los tipos rápidamente, que no era mi tipo, que todos con los que salía eran buenos mozos, en fin todo lo que se dice en situaciones similares.       
Diferentes momentos de esa época 
Pero nosotros hicimos caso omiso a todas las advertencias bienintencionadas y decidimos dar el siguiente paso y presentarnos como pareja formal ante amigos y familiares. Todos nos trataban bien, íbamos a cenar con amigos de Txus y familiares y con mis amigos salíamos al cine, a tomar cerveza, al teatro y a fiestas. Fiestas locas y fiestas normales.  Tenía y tengo  un amigo, un alemán encantador,  que hacía unas fiestas espectaculares de disfraces, de togas, con conciertos en vivo, en fin la locura y Txus asistía conmigo a todas. Cada uno hizo todo lo posible por adaptarse al otro. Sus amigos y familiares empezaron a acostumbrarse a vernos juntos, tomados de la mano y felices. Mis hermanas lo aceptaban pero mis padres todavía no lo conocían y aunque sabían que estaba saliendo con alguien y estaban contentos por esto, no poseían la más remota idea de que ese alguien tenía la misma edad que mi papá.
Durante un año conviviendo casi a diario, cada vez más consolidados y reconocidos como pareja, pensamos que era el momento de conocer a mis padres. Decidimos que en navidad seria la presentación, Txus pasaría las fiestas con nosotros. Antes de que llegará le enseñe una foto a mis padres. Mi mamá fue la primera y se molestó tanto que me dijo que no se quedaría en la casa y que llamará a un hotel,  me puse a llorar y fui corriendo a hablar con mi papá, el sorprendido, pero siempre respetuoso de nuestras decisiones, me dijo: “ya conoces a tu  mamá, se le pasará, claro que se quedará en la casa, pero viejo es, lo único bueno es que tendré compañía para fumar una pipa al sol cuando sea viejo”. Al día siguiente fuimos a buscar a Txus al aeropuerto y lo encontramos fumando un tabaco y con cara de pánico, después me confesó que estuvo a punto de montarse en un avión y regresar a Caracas, que lo único que lo detuvo fue pensar en mí y en lo feliz que había sido en el último año. Llegamos a la casa y la tensión se podía cortar con un cuchillo, mi mamá lo miraba con descarada hostilidad, pero Txus paciente, le comentaba cosas, le celebraba la comida. Al llegar mi papá  y al estar todos reunidos en la sala de estar,  Txus buscó su bolso y empezó a repartir los regalos de navidad que había traído para cada uno, este gesto, fue un “detallazo” que le encantó a mi mamá, a partir de ese momento se limaron las asperezas y los días festivos fluyeron en paz y tranquilidad. Con mis tíos las simpatías no fueron tan inmediatas, pero de  esperaban cualquier cosa, no les asombró, pero pensaron que era solo una de mis locuras transitorias.
Una de las fotos que le mostré a mis padres
Todos los que nos rodeaban pensaban que nuestra relación no podía durar mucho, que fracasaríamos, que era imposible  y cuando anunciamos que pensábamos casarnos, no faltó una mirada condescendiente, ni un comentario a nuestras espaldas. Algunos volvieron otra vez a advertirnos que lo único seguro en un futuro no muy lejano era una ruptura inminente, pero aun así, frente a viento y marea fijamos fecha de la boda para junio de 1981.
Nos conocimos en octubre de 1979, yo tenía 21 años y Txus 52, nos empatamos en diciembre de ese mismo año, conoció a mis padres en diciembre de 1980 y nos casamos el 5 de junio de 1981. Yo tenía 23 años y Txus 54  y siempre pensamos que la mejor decisión de nuestra vida  fue optar por una vida  juntos a pesar de la opinión de los demás. 
Retomando a Dante y la frase de Francesca del inicio de esta entrada quiero comentarles que recordar estos momentos iniciales de nuestra relación más que dolor me ha producido una gran emoción y alegría, con una sonrisa evocaba cada uno de ellos y pensé que si la felicidad ha sido real y verdadera te  fortalece emocionalmente para siempre y  evocarla solo te produce equilibrio y paz,


sábado, 26 de marzo de 2016

Caracas (Parte 2)


Un resumen de imágenes de Txus hasta el año que nos conocimos
Como buen lector de psicología profunda, conocía a hondura el psicoanálisis,  había leído las obras completas de Freud, Jung y muchos otros.  Entre todos los psiquiatras seleccionó a Fernando Rísquez  reconocido psiquiatra venezolano. Fue una primera vez y tardo un año en ir una segunda vez. Txus reconocía que sintió pánico de adentrarse en la oscuridad de su inconsciente y de descubrir sobre sí mismo y sobre su pasado cosas que desconocía. Durante 5 años asistió a terapia una vez a la semana y siempre consideró que a pesar del miedo inicial fue una de las mejores cosas que hizo en su vida.
La terapia se basó en Jung mediante ella Txus se fue adentrando en su pasado, un pasado que por horrible había decidido enterrar, por sugerencias del terapeuta empezó a anotar sus sueños, él que hasta el momento no los recordaba nunca, se sintió desbordado por todo lo que empezó a soñar y poco a poco fue desenterrando, no sin esfuerzo y con mucha angustia toda su vida. Frente a las cosas que se insinuaban pero que no lograba detectar después de un riguroso análisis con el psicoanalista recurría siempre a su hermana Emilia que en largas cartas, que aún se conservan, respondía a sus preguntas, le contaba acontecimientos y le narraba situaciones familiares. Poco a poco fue descubriéndose e integrando a su vida actual su pasado.
Con la terapia descubrió muchas cosas pero una de las más trascendentes fue  su insatisfacción afectiva y sus deseos de cambiar su actual vida.
Pero no todo era terapia, en esa época hay momentos que también formaron parte importante de su vida.
En 1970 se da la sentencia del juicio más famoso y con mayor repercusión internacional del franquismo el Juicio de Burgos. A la presión internacional se sumaron muchos vascos de Caracas que decidieron ir a una huelga de hambre para mostrar su rechazo a la sentencia. En esta huelga de hambre Txus fue parte  organizadora y activa. “Menos mal que la huelga de hambre no fue larga, pues estábamos dispuestos a llegar hasta la ultimas consecuencia”, comentaba Txus con una sonrisa y seguidamente nos narraba como uno de los huelguista, no encontró otra manera para mitigar el hambre que explicar, con voz monocorde,  recetas de la rica comida vasca y como esto aplaudido por algunos generó tensión en otros que sintieron auténticas ganas de saltarle al cuello. Como otros, más radicales,  ya conmutada la sentencia de muerte por prisión, querían continuar hasta que se logrará la independencia de Euskadi y como la policía al dispersar a los huelguista, frente a uno que tenía una chepa o joroba, no se le acercaban y como este envalentonado les mostraba su chepa con orgullo y se ofrecía gustoso a las porras policiales, mientras los policías gritaban a coro “al cheposo no” (en Venezuela pegar a una persona jorobada se considera un decreto irreversible de mala suerte)
Momentos de la huelga de hambre
En estos años, en un viaje que hizo para realizar un curso de inglés a Washington, descubrió una extensión de la familia Dolara que hasta el momento no sabía que existía. Se fue en una línea área de bajo costo Caribbean Airlines, que perdió su maleta y que le indicó que fuera hasta las oficinas en Nueva York para reclamar y recibir una compensación similar al costo de lo que había perdido. Un fin de semana se trasladó a la gran manzana, ya en las oficinas, la secretaria le indicó que el gerente tenía su mismo apellido, Txus mostró su interés por conocerlo alegando que su apellido no era común y que probablemente tendrían algún vínculo familiar, después de una llamada de la secretaria apareció ante su vista un hombre joven con rasgos familiares, se presentaron y después de resolver el problema que lo había llevado fueron a comer a un restaurante vasco en Greenwich Village, frente a frente y comiendo una generosa porción de paella, Txus y Peter se contaron su vida y sus orígenes descubrieron que sus padres eran hermanos. El Sr Casimiro tenía, al menos, dos hermanos, uno  había emigrado a Uruguay, el papá de Peter (y de otros dos hijos más) y El  tío Evaristo, el marino mercante, al que se hizo referencia anteriormente en este blog y del cual también Peter tenía referencia, por alguna visita que había realizado a la casa familiar en Uruguay. La pérdida de la maleta fue la oportunidad para conocer a un primo y para enterarse que tenía familia en Australia, un hermano de Peter había emigrado a esas tierras  y en Uruguay. Los Dolara italianos aparecieron años más tarde, gracias a la búsqueda y seguimiento del apellido de uno de los sobrinos.  La relación con Peter duró algún tiempo, cartas y salutaciones de navidad, pero Txus siguió siempre  su brillante trayectoria laboral
Otra anécdota que Txus contaba, en medio de la risa, sobre ese viaje era la siguiente: el college donde hacían el curso era regentado por monjas y exclusivo para señoritas, solo en verano asistían jóvenes de todo el mundo para los cursos de inglés, un mejicano compañero de su curso, les comentó que a través de su ventana veía el edificio donde dormían las monjas y que había una que se acostaba desnuda todas las noches, como buenos latinoamericanos, todos los hombres del curso se dirigieron a la habitación del compañero esa noche. El compañero había colocado la persiana de manera tal que tenían una visión total de la cama. todos a la expectativa esperaron, la monja llegó y se sentó a leer de frente a ellos. pasaron varias horas y continuaba en la misma posición. todos cansados y frustrados  empezaron a protestar mientras el mejicano juraba que era verdad. Después de ese intento fallido lo intentaron alguna otra vez, pero con igual resultado, siempre sospecharon que la monja se había enterado de alguna manera. Mas que la anécdota en si, era la forma de contarla y su mirada de adolescente pícaro lo que me lleva a compartirla con ustedes. Txus tenia el don de ser un buen narrador y era generoso en los detalles. 
Txus en Nueva York
Otro hecho trascendente ocurrió en esa  época, al comprar los periódicos el  20 de noviembre de 1975, Txus no podía dar crédito a lo que leyó en  “El Nacional”: “Murió Franco”. Entre lágrimas de alegría leyó el artículo que reseñaba la vida y muerte del dictador que durante 40 años había incidido en  su vida. El teléfono no dejaba de repicar todos querían comentar la noticia. Después de pasados los primeros momentos de celebración y asombro, llegó el momento de considerar las opciones que se abrían ante la posible vuelta a la democracia de España.

Muchos regresaron y continuaron en la lucha por  lo que creían en el País Vasco y llegaron a ocupar posiciones políticas importantes en el gobierno autonómico y hasta en la cortes españolas. Txus nunca consideró esta posibilidad. Al preguntarle por qué no había regresado en ese momento, siempre respondía que su vida estaba en Venezuela, que él se sentía vasco venezolano,  que sentía que ya no podía vivir en el país vasco, que no sabía si podría acostumbrarse a vivir nuevamente allá y tenía toda la razón algunos de los que se fueron regresaron nuevamente a Venezuela después de una breve estadía en Euskadi.
Pero la muerte de Franco significaba también que su vida entregada a la lucha contra la dictadura ya no tenía razón de ser y que tenía que focalizar en otra dirección su afán por la libertad, la justicia y la democracia.  Pensó en que la lucha en este momento de su vida no podía centrarse solo en un país, en unos límites geográficos, sino que tenía que enfocarse en algo común a toda la humanidad, algo que trascendiera la lucha política particular y sirviera de base para garantizar las libertad y la democracia en el mundo. Desde los años 60 había llamado su atención una organización internacional  fundada en 1961 y a la cual le había hecho seguimiento y con la que compartía los principios básicos de defensa y promoción de los Derechos Humanos, pero creo que poco puedo agregar a la entrevista a Txus que relata la creación de Amnistía Internacional Venezuela y que narra parte de sus experiencias.
Entrevista a Txus 
En esta época también su vida afectiva estaba sufriendo cambios, después de una vida matrimonial apacible y de un amor fraterno por su esposa, decide separarse y brindarse otra oportunidad.  En 1977, con 50 años y de mutuo acuerdo se divorcia.  El cariño y la amistad que los unió, durante 20 años de convivencia y de compartir los ideales de lucha, sobrevive hasta la muerte de su ex esposa hace pocos años.  
Txus se muda con algunos de sus libros más preciados y una maleta a un apartamento en Sans Souci (Chacaito), como coordinador de AI orienta su vida a la lucha por los DDHH, en el 79 invitado por Amnistía internacional hace pasantías en la sección Holandesa, en la Británica y en el Secretariado en Londres, después de 3 meses regresa al país, todavía no sabe la gran sorpresa que le depara el futuro y como su vida afectiva está a punto de cambiar.
El psicoanálisis que le permitió integrar su pasado, lo ayudo a romper con su presente y construir el futuro sobre una base sólida.

Vale la pena que lean la nota curiosa del tubazo de "El Nacional" sobre la muerte de Franco   

también los invito a ver los siguientes videos:
El proceso de Burgos 

 Caracas años 70







jueves, 24 de marzo de 2016

Caracas (Parte 1)

Diversas imágenes de este periodo 
Txus además de vasco se sentía caraqueño, amaba esta ciudad que duerme a los pies del Ávila, que le ofrecía todos los días su intenso cielo azul, su clima de eterna primavera y su verdor comandado por sus inmensas montañas y acompañado de sus sombreadas y arboladas calles. En Caracas vivió la mayor parte de su vida, desde 1958 hasta 1994. En estos 36 años  la recorrió, la disfruto, la contempló extasiado desde las laderas del Ávila.
Caracas le ofrecía oportunidades que ningún otro lugar del país podía ofrecer, sus grandes librerías, sus cines, su cosmopolita comida, pero sobre todo la cercanía con sus entrañables amigos y  con sus compañeros de partido.
Su primer trabajo fue en Tipografía Vargas. Juan de Guruceaga, le ofreció el puesto de jefe de la imprenta y aquí descubrió como se hacían los impresos, esas tentaciones con portadas, que desde pequeño lo habían seducido. En Tipografía Vargas alternó con la crema innata de la intelectualidad, pues todo intelectual que se preciará colaboraba con sus revistas. Aquí conoció, entre otros, a Meneses, Sofía Imber, Andrés Eloy y, algo que lo llenaba de orgullo al propio Gabo. Pero el que robo su corazón y siempre guardo en su memoria era el Sr Verde, anarquista y vegetariano español, que peleó en la guerra y que lo maravilla con sus cuentos,  vale la pena relatar algunas de las anécdotas del Sr Verde que fascinaron a Txus. El Sr Verde fungía de corrector y muchas veces al leer las galeradas no solo se limitaba a corregir los errores u omisiones, sino que rehacía textos y cambiaba el estilo y la redacción, lo que le generó, no pocas veces, conflictos con los escritores, pero todos le querían y respetaban.

en este libro encontraran la vida y obra de este gran hombre
El Sr. Verde   Perteneció durante la guerra a un batallón anarquista de los que defendían el frente de Madrid, en una incursión del batallón robaron un cañón y lo usaban y atacaban solo  cuando en asamblea lo decidían, desconociendo las órdenes o la estrategia militar de los republicanos.  Txus le comentaba que eso había sido un error y que por situaciones como esta tal vez habían perdido la guerra, pero el Sr, Verde le respondía que nada estaba por encima de la libertad y del derecho a decidir de cada individuo y  le recitaba los principales principios anarquistas. Al concluir la guerra escapó a República Dominicana  y lo primero que se le ocurrió fue empezar a organizar sindicatos para que los dominicanos pudieran defenderse de la explotación. Poco tiempo después fue encarcelado por la policía de Trujillo, que no simpatizaban con la idea de la organización sindical y estuvo preso durante algún tiempo, pero las cárceles no habían sido hechas para él, y en un acto casi milagroso logro escapar y venir a Venezuela, en Venezuela no tardó mucho en ser detenido por la Seguridad Nacional, pues, también aquí decidió organizar sindicatos. Detenido en la Seguridad Nacional, se hizo amigo entrañable de todos los presos políticos y estos al llegar al poder lo invitaron a Miraflores para que fuera parte del gobierno, al poco tiempo el Sr. Verde renunció y vino a trabajar a la Tipografía Vargas, le confesó a Txus que él estaba en contra del poder del estado y que ser parte de él le parecía una contradicción difícil de conciliar con sus principios. El Sr. Verde no vivió mucho tiempo, se enfermó y al poco tiempo murió, nunca fue al médico, a pesar de la insistencia de los compañeros y de altos personeros del gobierno que continuamente lo iban a buscar para llevarlo a una clínica, pero el Sr Verde, no confiaba en los médicos solo confiaba  en el poder curativo del limón y poco a poco se fue apagando hasta que una tarde al salir del trabajo cayó muerto en la calle.  Txus nunca lo olvido, fue una persona que marco su vida y  le demostró que los principios y la libertad son inviolables, que siempre hay que defenderlos y vivir apegado a ellos.
En 1963, al dejar la Tipografía Vargas, empezó a trabajar en el Ministerio de Obras Públicas (MOP) y fue en ese lugar donde permaneció hasta su jubilación en 1990. Su trabajo en el ministerio no le aportó mayores satisfacciones, pero al ser funcionario de carrera tenía garantizado un ingreso fijo que le permitía vivir holgadamente y dedicarse a la política y a otros intereses que fueron apareciendo a lo largo de su vida.
Del ministerio recordaba con afecto a dos personajes brillantes, ingenieros ambos, que por el hecho de haber sido simpatizantes de Pérez Jiménez habían sido execrados de toda actividad y reconocimiento y fueron ignorados por la burocracia gubernamental. Las dotes para el cálculo de ambos personajes eran empleadas por sus compañeros  para elaborar los cuadros del  5 y 6 (carreras de caballos pura sangre que se corrían todos los fines de semana en el hipódromo de La Rinconada en Caracas) Ambos personajes pasaban toda la semana calculando el viento, el peso de los caballos, la distancia y las probabilidades de que caballo seria el ganador, pero solo lograron ganar una vez y fue mercado libre. Las ganancias solo alcanzaron para comprar el cuadro de la siguiente semana.
Txus comentaba como uno de ellos estaba en Naiguatá en el terremoto de 1967 y expuso su vida, al quedarse dentro de una casa, solo para ver las oscilaciones y las ondas sísmicas  y  aportar sus cálculos para poder construir edificaciones antisísmicas.
También recordaba con ternura al pequeño limpiabotas que lustraba sus zapatos. El niño no entendía por qué  Txus siempre estaba leyendo, él le explicaba que le gustaba aprender y que la lectura era la principal fuente del saber. Se explayaba contándole lo que estaba leyendo y el niño empezó a fascinarse por la lectura y los libros. Al ver el interés y la curiosidad del niño empezó a regalarle cuentos para que fuera formando su propia biblioteca. La amistad entre ambos fue tan fuerte que el niño le dejaba cada día algo del dinero que había ganado para que se lo guardara, su intención era ahorrar para ayudar a su mamá y comprarle una casa.  Durante años Txus hizo de Banco, pero un día el niño vino a retirar su dinero por que se mudaba al interior. Después de una triste despedida  y de un apretón fuerte de manos el niño desapareció. Poco antes de casarnos Txus llego muy emocionado y me contó que el niño, ya un hombre, lo había ido a visitar y a darle las gracias. Le agradeció su afecto, su interés y sobre todo el amor que le había trasmitido por la lectura, gracias a eso había estudiado   y ahora era todo un profesional, seguía viviendo con su mamá y estaba pagando la hipoteca de una casita del barrio obrero que le habían asignado. 
El caso de este niño no es aislado Txus influyó positivamente en muchas personas, las enriqueció como seres humanos y las ayudo e impulso en sus vidas, era un dador, una persona que vivía por y para los demás.
Entre amigos y compañeros de trabajo transcurrió una vida laboral que nunca representó para él ningún gozo o reto, atrás había dejado la fascinante química y los laboratorios, siempre con una sonrisa comentaba que lo único que le quedaba de ingeniero químico era su buena disposición para fregar los utensilios, pues siempre fregaba los platos con acuciosidad.  Del trabajo propiamente dicho apenas hablaba, era algo que hacía por costumbre, por comodidad, para sobrevivir. Su pasión y su energía las canalizó en  otras actividades a las que se entregó voluntariamente y que le brindaron grandes satisfacciones.
El país vasco y su lucha contra Franco ocupaban sus días: Su militancia en Acción Nacionalista Vasca (ANV), sus reuniones, su participación en un programa radial, su colaboración con Tierra vasca, revista nacionalista que se editaba en argentina, pero que se financiaba en Caracas, su trabajo como presidente del Euzko Gaztedi (Fuerza Juventud Vasca) en fin, múltiples actividades a las que se entregaba con ímpetu.
referencia a Txus como presidente de Eusko Gastedi

uno de sus artículos en Tierra Vasca

Articulo de Martin de Ugalde dando respuesta a planteamientos de Txus

Reseña en otro boletín donde colaboraba 

diversos ejemplares de Tierra Vasca, en  casa tenemos la colección completa
Todo lo que se publicaba se enviaba  y distribuía clandestinamente en el  País Vasco. Leer las cartas que se intercambiaban para indicar los puntos de encuentro, el material a distribuir, las reuniones que tenían que realizar, te trasportan a una película  sobre la resistencia, donde los protagonista hablan en clave,  viven una doble vida y se mezclan con el enemigo para obtener información, pero no era  ficción se arriesgaban realmente por lo que creían y luchaban. Recuerdo un día que se sentó con Nerea en  la mesa del comedor con un paquete de cartas amarillas, guardadas con celo y orgullo y le preguntó ¿Nerea quieres saber la historia de cuando tu padre luchó en la clandestinidad?, la niña asombrada y admirada le dijo que sí. Después de un breve relato de la situación se puso a leerlas en voz alta y le explicaba  lo que significaba cada cosa, se reían a carcajadas solo de ver la ingeniosidad que ponían en cada carta para evadir la censura y la cárcel. Por momentos a Txus se le nublaban los ojos de lágrimas recordando ese pasado intenso, que le dio tantas satisfacciones y sustos.
Uno de los grandes sustos fue durante su primera visita al País Vasco en los años 60, reencontrase con la familia fue maravilloso, verlos a todos, reunirse, comer, conocer a los nuevos miembros, sus sobrinos, presentar a su esposa, pero sobre todo reencontrase con sus compañeros de “colegio”, este encuentro era obligado cada vez que visitaba Euskadi, era extraordinario ver como narraban historias terribles riéndose y bromeando, como se burlaban de sus carceleros por no haber logrado que ninguno compartiera su doctrina. Pero volvamos al punto principal, entre risas, alegrías, reencuentros pasaba los días de vacaciones en Bilbao, pero un día, el Rubio, dueño  del Bar de abajo, él mismo que había alertado a Juan sobre la secreta. Le informó que en el bar habían ido a preguntar sobre él y que desde ese día  unos tipos desconocidos acudían todos los días y “casualmente” al salir  Txus  de saludar  y tomar algún chiquito, salían detrás de él.  Txus, un poco paranoico, empezó a vigilar si alguien lo seguía y empezó a ver en cada rostro un sospechoso, tenía prevista una entrevista con un grupo de la ETA inicial no terrorista (siempre estuvo en contra de la violencia, nunca la justificó) y pensaba que si lo estaban siguiendo podía ser peligroso para todos, no sabía cómo avisarles y esto le generó aun mas angustia. Ese día al llegar a su casa le informaron que el capitán de la secreta quería hablar con él, ya al borde del paroxismo decidió hablar con el Cónsul de  Venezuela en Bilbao y plantearle la situación.
Inmediatamente se dirigió al consulado y  planteó lo que estaba pasando. El Cónsul le aconsejo que acudiera a la entrevista pues él como ciudadano venezolano no tenía nada que temer, también le aseguró que personalmente tomaría cartas en el asunto y lo ayudaría. Al llegar a la cita fue recibido temible jefe de la  policía con comprobada responsabilidad en tortura y malos tratos.   El hombre lo invitó a sentarse y le saco un expediente donde se recogían todos los artículos escritos por Txus y algunas de sus andanzas en el Centro Vasco. Asombrado se dio cuenta de cómo el régimen a pesar de la distancia estaba enterado de casi todo: visitas del gobierno Vasco en el exilio a Caracas, reuniones con otros grupos de españoles republicanos, contenido de los programas de radio y copia de los artículos que se publicaban, pero no tenía idea de cómo hacían llegar el material por la frontera, aunque sospechaban que Txus tenía algo que ver, no tenían prueba alguna.  Lo amenazó veladamente indicándole los riesgos que podía correr y le recordó la vulnerabilidad de su hermano Juan, que ya había estado preso una vez,  que no poseía nacionalidad venezolana y que no tenía un Cónsul que abogará  por él. De esta forma discreta se enteró Txus que el consulado había presentado formalmente su preocupación por el tratamiento a uno de sus ciudadanos.  Después de algunas horas salió  con una advertencia y la indicación de que “disfrutará” del viaje y no se metiera en problemas. Txus fue nuevamente al consulado  agradeció el  expedito apoyo que le habían brindado y narró al Cónsul toda la entrevista, este le aconsejo que procurará no contactar a nadie que le resultará peligroso, que se cuidará y que acudiera rápidamente frente a cualquier acontecimiento. Después en su casa se enteraría de toda la angustia que habían vivido familiares y amigos y el alivio que represento el verlo llegar sano y salvo.
Pero todavía estaba pendiente el encuentro con ETA y su desconocimiento de como contactarlos para suspender la reunión.  Una mañana en el  bar del Rubio, se paró a su lado un tipo que con una leve señal de su cabeza le indicó que lo siguiera. Txus no se atrevió a decirle nada, pues imaginaba que cualquiera de los presentes podía ser un policía. Lo siguió con disimulo durante largo rato, hasta que un carro se paró y le abrió la puerta de atrás para que entrará, al entrar Txus les indicó que lo estaban siguiendo, pero le dijeron que estaban al tanto y que habían despistado a la policía, ya saliendo de Bilbao le exigieron que se cubriera los ojos y lo llevaron a un sitio desconocido, a un caserío aislado de tantos que hay en la afueras. Se reunió con ellos  cuadraron acciones, colaboraciones y contactos, terminada la reunión lo dejaron a varias cuadras de su casa y desde ese momento Txus decidió disfrutar de las vacaciones y no preocupar, ni exponer más a sus amigos y familia.
Y aunque en ese viaje no supo más de la policía, en casi todos sus  viajes posteriores siempre visitó el cuartel de la policía para una entrevista forzada con el jefe. Esto no lo amilanó, todo lo contrario, ahora que vivía en un país, quería lograr para el País Vasco y para el estado español libertad, democracia; y contribuiría para lograrlo con todo lo que pudiera hacer.
Durante años combinó el trabajo rutinario en el ministerio, con la siempre fascinante actividad política, la familia, los amigos y la lectura.
La lectura siempre fue para  él casi una necesidad básica, un libro siempre lo acompañaba, en su mesa de noche siempre había tres o cuatro libros que leía al mismo tiempo, combinaba siempre libros de conocimientos formales con literatura. Y desde que cobró su primer sueldo visitaba las librerías para comprar libros, él que detestaba comprar cualquier cosa, pasaba horas recorriendo los estantes de las librerías y revisando los libros con un amor casi filial. En esta época sentía verdadera pasión por conocer todo lo relacionado con la guerra civil y con todo lo que la censura del franquismo había prohibido, pero también compraba libros de historia, psicología, filosofía,  ciencias, arte, cualquier libro que pudiera satisfacer sus ansias de saber. Me contaba que al llegar a la casa con libros nuevos y para evitar las miradas de reproche y alguna reprimenda de su esposa, tiraba los libros por la ventana del baño y  entraba con las manos vacías, después iba al baño y salía con los libros ocultos o, sencillamente, en la mano como si fuera el libro que estaba leyendo. Siempre regalaba libros, libros pensados para cada regalado, en función de sus intereses, necesidades o gustos. Además de los libros leía los periódicos nacionales todos los días, compraba la revista Newsweek todas las semanas y compraba revistas especializadas en literatura, política, cultura, avances científicos, en fin todo, menos libros que considera basura por el tema o por la forma de abordarlo. Todo conocimiento que aprendía permanecía en su memoria, tenía una memoria prodigiosa y cualquiera de sus allegados que tuviera una duda acudía a él para que se la solventara o explicará, era como una especie de enciclopedia amena y conversadora, una especie de internet cara a cara.  Leía en la cama, en la piscina, mientras esperaba, parado en el "porpuesto"(camionetas de trasporte público), en los aviones en cualquier lugar donde pudiera extender el brazo. Cuando viajaba sorprendía a los lugareños con información que hasta los habitantes del país desconocían, en fin todo un amante de los libros.
Sus fines de semana transcurrían en el Centro Vasco, asistía  con su grupo de parejas amigas y jugaban pelota mano, se bañaban y comían la deliciosa comida del restaurante, muchas veces con sus sobrinos subía al Ávila, del cual conocía cada camino, recodo o vereda. También iban a conciertos, galerías, a la playa, le encantaba bañarse en el mar, nadar y flotar dejándose llevar por el vaivén de las olas.  Puerto Azul era su preferido en Naiguatá y cuando se adentraban hacia el interior de Venezuela optaban por La Punta, en la península de Paraguaná. Pero a todos los lugares siempre llevaba un libro, pues siempre podía presentarse la ocasión para leer.
No se enteró del  terremoto de 1967, iba manejando y al perder el control pensó que un caucho se había espichado, se bajó inmediatamente y empezó a ver como muchas cornisas de los edificios se desprendían y como los vidrios de las ventanas se rompían, estacionó el carro y camino hasta su casa, en una plaza cercana se encontró con sus suegros y su esposa, siempre recordaría el terror compartido  aquella noche, los zumbido que de pronto llegaban y que se convertían a los pocos segundos en réplicas del temblor,  la gente que se arrodillaba en el suelo pidiendo a Dios piedad  y rezando, al fanático religioso que mando a callar furioso porque con sus gritos de “castigo de dios” y “castigo a los pecadores” estaba a punto de generar una histeria colectiva.  También recordaría la solidaridad y el apoyo que se brindaron todos esa fatídica noche, como el miedo los hermanó y como solícitos se ayudaban unos a otros y se sintió orgulloso de haber elegido a Venezuela como su tierra y de ser ciudadano venezolano. El terremoto dejo pérdidas importantes en sus afectos, fueron muchos los conocidos y amigos que murieron.

Pero la vida iba pasando y los años transcurriendo. Un día se dio cuenta que le costaba escribir, que sentía un dolor cada vez más intenso en la mano derecha y que una fuerza desconocida le impedía escribir. Fue a los médicos especialistas y no encontraron nada físico, ni neurológico que explicara su situación y entonces le aconsejaron ir al psiquiatra, esta decisión traería cambios en su vida. 

miércoles, 23 de marzo de 2016

Los primeros años en Venezuela

Diversos momentos de esa época
El primer trabajo formal y estable de Txus fue en una marmolería en Guarenas, pero duró poco tiempo, pues fue contratado por la Mobil Oil de Venezuela e inmediatamente se trasladó al campo de Anaco en el Edo Anzoátegui.
Para ese momento ya era venezolano. Txus comentaba que sus deseos de dejar de ser ciudadano del estado español  y el recibimiento que le dio esta tierra hicieron que para 1956 introdujera su solicitud de nacionalización y para mayo de ese mismo año se la concedieron.
A los 30 años sentía  que había dejado muy atrás los horrores del pasado. Era ciudadano de otro país, podía luchar abiertamente en contra del franquismo, se sentía  enamorado seriamente y tenía un contrato para trabajar en investigación en un laboratorio petrolero.
casa en el campo de la Mobil
Vivía en Anaco pero casi todos los fines de semana venía a Caracas por la carretera de la Costa, única vía en esa época, era un viaje largo y tortuoso. Los viernes al terminar el trabajo en el laboratorio se montaba en su carro y acompañado por algún compañero deseoso de salir del campo se dirigía a Caracas, pasaba todo el sábado disfrutando de las piscina, leyendo, jugando pelota mano, hablando de política, acompañado de la mujer que dentro de poco sería su esposa  y  el domingo en la tarde regresaba. Era una rutina agotadora, pero para un joven enamorado y deseoso de vivir no significaba un problema. Nos contaba, entre risas, como una vez que se dirigía al Centro vasco, ya totalmente venezolanizado, se comió una flecha para ganar algo de tiempo, con tan mala suerte que en la esquina había un fiscal de tránsito, que como todos sabemos o hemos vivido en carne propia  siempre están a la espera de ganar algo extra. Lo paró y Txus se detuvo le mostró sus papeles y empezó el consabido proceso.
-          -       Ciudadano, cometió una infracción. ¿no vio la flecha? Y señaló una gran flecha pintada en la calle.
-       Usted perdone pero no la vi, proceda oficial
-       Ciudadano, esto es gravísimo
-       Lo sé, por eso proceda oficial
-     Ciudadano, usted se imagina que hubiera venido mi general y usted hubiera estrellado su carro        contra el de él, hubiera sido una catástrofe.
-     Una total catástrofe, pero ya le he dicho que proceda
El fiscal ya un poco desesperanzado, pero todavía sin perder la esperanza, le pidió la cola a la Av Victoria, al montarse en el carro le dijo.
-         -   Lo voy a perdonar por esta vez pero si mi jefe se entera me quedo sin trabajo y mis hijos no tendrían para comer
-          -  Muy alejado de mi intención, por eso le digo que proceda
-          -  Ciudadano ¿no tendría un bolívar para desayunar?
-          - No compadre, estoy limpio
-          -. Y ¿un realito?
-         . - No tengo nada
-          - Y ¿un medio para un refresco?
-          - No tengo nada
-          . - Déjeme por aquí ciudadano
-          .- Gracias oficial
Al alejarse se dio cuenta de que se había portado de manera sádica frente a la humillación del agente, pero, al mismo tiempo se dio cuenta que jamás contribuiría a la corrupción. Txus era totalmente incorruptible, siempre en su larga vida se negó a pagar sobornos o a dejarse sobornar, era algo que despreciaba y los venezolanos sabemos lo difícil que es mantenerse integro en este país.

En el campo de la Mobil, tenía el privilegio  de vivir en el campamento norte, donde compartía con los gringos y con los pocos profesionales venezolanos que vivían en él.  En esta zona del campamento, disfrutaba de cine,  grandes almacenes con productos importados,  Casa Club con piscina y restaurantes y una amplia biblioteca, donde era uno de los pocos que asistía y retiraba libros.
De su primer contacto con los norteamericanos, no tuvo una buena impresión, le parecían tipos elementales, que tomaban mucho y que no mostraban interés por el país donde estaban viviendo. La mayoría eran ingenieros de Texas, burdos, chauvinista  y centrados exclusivamente en el trabajo, pasaban su tiempo de ocio en el bar hasta emborracharse, en muchos casos solos, sin ninguna compañía. Esto sorprendía mucho a Txus, acostumbrado a tomar siempre en cuadrilla con amigos, que terminaban cantando bilbainadas a todo gañote, muchas veces, sobre las mesas del bar.
Entre toda esa fauna humana solo se hizo amigo de un ingeniero judío, de Nueva York, que quería aprender español y que lo acompañaba en sus recorridos por los alrededores y en ciertas ocasiones a Caracas.  Para ejemplificar a sus compañeros siempre contaba una experiencia que vivió  con un roommate, un tejano rubio y grandote (y al decir esto estiraba su brazo lo más que podía), que dormía desnudo y que no le dirigía la palabra. Una noche al llegar de cenar, fue a buscar dinero para salir y se encontró con que todo el que tenía guardado había desaparecido, sin mediar palabra, clavo una mirada acusadora en su compañero, que acostado desnudo en su cama lo observaba indiferente.
A la mañana siguiente estaba trabajando en el laboratorio y de repente  el tejano irrumpió, acompañado de un traductor, para retarlo a una pelea al salir del trabajo. Txus pasó un día horrible  pensando que el gigantón acabaría con él de un solo puñetazo, pero pensando que no podía evadir la pelea, que tenía que enfrentarse, pues quedar como cobarde era lo último que quería. Al salir del laboratorio, en compañía de sus compañeros, se dirigió al lugar de la pelea y ahí se encontró al gringo en short, rodeado de sus amigotes, al ver a Txus se cuadró en posición de boxeador. Txus como un iluminado empezó a insultarlo a gritos, con improperios  españoles y venezolanos y después con un gesto de dignidad ofendida abandonó el lugar, al dar la espalda casi sentía que se abalanzaba contra su cuello, pero el gringo perplejo se quedó mirando atónito como se alejaba.  Ese día regresó muy tarde a su casa, pensando que el gringo lo estaría esperando. Al entrar lo vio  acostado, dormido y desnudo como siempre, no durmió en toda la noche, vigilándolo con los ojos entreabiertos. Al amanecer, lo vio levantarse, recoger sus cosas y salir, el escándalo que había organizado hizo que lo repatriaran  inmediatamente.
Además de su amigo neoyorquino, también se hizo muy amigo de un ingeniero andino y con ambos salió a celebrar el sorpréndete y positivo desenlace de los acontecimientos.
Durante los fines de semana que pasaba en Caracas combinaba sus citas amorosas, con el deporte y con la política. En esa época ya se había hecho militante del partido Acción Nacionalista Vasca, partido de izquierda democrática, republicano y anticlerical, al cual perteneció, prácticamente,  hasta la muerte de Franco. En este partido canalizó sus inquietudes políticas y luchó por los principios que toda su vida defendió. Justicia, libertad, tolerancia, igualdad, derecho a existir  de los pueblos y la  defensa y promoción de los DDHH.
Libro que cuenta la historia de Acción Nacionalista Vasca y de la organización en Venezuela
Estos son los integrantes de Acción Nacionalista Vasca de Caracas, reseñados en el libro
principios de ANV
Frente a la dictadura que vivía Venezuela no fue abiertamente beligerante, pero apoyaba a los demócratas que luchaban por la democracia y dentro de las discusiones que se realizaban en el Centro Vasco la situación del país de adopción ocupaba un espacio importante. de sus amigos venezolanos ninguno simpatizaba con el régimen.
En el año 1957 se casa con su primera esposa y la compañía les asigna una casa en el campo petrolero, pero casi todos los fines de semana venían a Caracas a visitar la familia y los amigos. Txus estaba consiente que para su esposa era duro vivir aislada y separada de su familia.
El viernes 24 de enero de 1958 emprenden, como siempre, su viaje a Caracas, acompañados del ingeniero andino y su esposa. Se habían enterado de golpe militar de la madrugada del 23, pero querían estar presentes en los acontecimientos que se estaban desarrollando. En la primera alcabala, de las muchas que encontraron, se sorprendieron de no ver guardias nacionales, sino civiles armados con machetes y pistolas. Al preguntar qué pasaba se enteraron que el pueblo democrático en unión de los militares habían tomado las calles y carreteras de todo el país para impedir desordenes y evitar que los agentes de la seguridad nacional escaparan. La huida del  dictador  en la “vaca sagrada”, nombre coloquial que se daba al avión presidencial, con rumbo a República Dominicana había generado un poco de caos y anarquía y el pueblo demócrata salió a la calle a defender la tan ansiada y luchada libertad. Esta noticia no les amilano, consientes del momento histórico que estaban viviendo decidieron, temerariamente, continuar con su viaje.
La gente en las calles a la caida del dictador
El trayecto lleno de sobresaltos, paradas y revisiones llega a su cenit  de angustia y miedo, al llegar a Guatire donde otra alcabala los detiene por enésima vez, pero en esta uno de los improvisados alcabaleros, armado con un machete señala al amigo andino y gritando lo acusa de ser uno de los esbirros de la seguridad nacional, inmediatamente se forma una poblada que quiere lincharlo. El llanto de las mujeres y las explicaciones de Txus y del andino, apenas son oídas entre los gritos de la multitud enardecida que quiere tomar la justicia en sus propias manos. Entre empujones y a rastras los sacan del carro y los conducen con el responsable de mayor rango, que para suerte de ellos había estudiado con el andino en la UCV y que dio  fe de lo infundado de las acusaciones. Entre alegrías y abrazos, después de este sobresalto, se despidieron del salvador, que los amonesto severamente por su irresponsabilidad y gentilmente les proporcionó escoltas que los acompañaron durante el resto del recorrido, llegando sanos y salvos a la casa.
Por primera vez ante los ojos de Txus se abría la posibilidad real de vivir en libertad, vivir en democracia y pensó que era el momento de dejar la Mobil y mudarse a Caracas donde podría participar y observar los cambios sociales y políticos que se implementarían. Era una oportunidad histórica y única que no quería perderse en el aislamiento del campo y encerrado entre tubos de ensayo, reactivos y básculas.
A los 31 años  había vivido una guerra, dos dictaduras y, ahora se le presentaba la oportunidad de reiniciar otra vez su vida y vivir  en democracia. Dio gracias a Rómulo Gallegos por escribir Canaima y  ayudarlo a tomar la decisión correcta, se acordó que otra de las opciones para emigrar, propuesta por un ex director de Auxilio Social, fue viajar a Santo Domingo. El General Trujillo quería crear una línea limítrofe habitada exclusivamente por blancos para impedir el avance de los haitianos, pero le pareció horrible contribuir con esta vergonzosa discriminación racial.
Vivir en democracia era un sueño largamente acariciado y por fin tendría la oportunidad de hacerlo realidad. 
 en los siguientes videos podrán ver la caída del General Pérez Jimenes 

y la historia del petroleo en Venezuela