miércoles, 23 de marzo de 2016

Los primeros años en Venezuela

Diversos momentos de esa época
El primer trabajo formal y estable de Txus fue en una marmolería en Guarenas, pero duró poco tiempo, pues fue contratado por la Mobil Oil de Venezuela e inmediatamente se trasladó al campo de Anaco en el Edo Anzoátegui.
Para ese momento ya era venezolano. Txus comentaba que sus deseos de dejar de ser ciudadano del estado español  y el recibimiento que le dio esta tierra hicieron que para 1956 introdujera su solicitud de nacionalización y para mayo de ese mismo año se la concedieron.
A los 30 años sentía  que había dejado muy atrás los horrores del pasado. Era ciudadano de otro país, podía luchar abiertamente en contra del franquismo, se sentía  enamorado seriamente y tenía un contrato para trabajar en investigación en un laboratorio petrolero.
casa en el campo de la Mobil
Vivía en Anaco pero casi todos los fines de semana venía a Caracas por la carretera de la Costa, única vía en esa época, era un viaje largo y tortuoso. Los viernes al terminar el trabajo en el laboratorio se montaba en su carro y acompañado por algún compañero deseoso de salir del campo se dirigía a Caracas, pasaba todo el sábado disfrutando de las piscina, leyendo, jugando pelota mano, hablando de política, acompañado de la mujer que dentro de poco sería su esposa  y  el domingo en la tarde regresaba. Era una rutina agotadora, pero para un joven enamorado y deseoso de vivir no significaba un problema. Nos contaba, entre risas, como una vez que se dirigía al Centro vasco, ya totalmente venezolanizado, se comió una flecha para ganar algo de tiempo, con tan mala suerte que en la esquina había un fiscal de tránsito, que como todos sabemos o hemos vivido en carne propia  siempre están a la espera de ganar algo extra. Lo paró y Txus se detuvo le mostró sus papeles y empezó el consabido proceso.
-          -       Ciudadano, cometió una infracción. ¿no vio la flecha? Y señaló una gran flecha pintada en la calle.
-       Usted perdone pero no la vi, proceda oficial
-       Ciudadano, esto es gravísimo
-       Lo sé, por eso proceda oficial
-     Ciudadano, usted se imagina que hubiera venido mi general y usted hubiera estrellado su carro        contra el de él, hubiera sido una catástrofe.
-     Una total catástrofe, pero ya le he dicho que proceda
El fiscal ya un poco desesperanzado, pero todavía sin perder la esperanza, le pidió la cola a la Av Victoria, al montarse en el carro le dijo.
-         -   Lo voy a perdonar por esta vez pero si mi jefe se entera me quedo sin trabajo y mis hijos no tendrían para comer
-          -  Muy alejado de mi intención, por eso le digo que proceda
-          -  Ciudadano ¿no tendría un bolívar para desayunar?
-          - No compadre, estoy limpio
-          -. Y ¿un realito?
-         . - No tengo nada
-          - Y ¿un medio para un refresco?
-          - No tengo nada
-          . - Déjeme por aquí ciudadano
-          .- Gracias oficial
Al alejarse se dio cuenta de que se había portado de manera sádica frente a la humillación del agente, pero, al mismo tiempo se dio cuenta que jamás contribuiría a la corrupción. Txus era totalmente incorruptible, siempre en su larga vida se negó a pagar sobornos o a dejarse sobornar, era algo que despreciaba y los venezolanos sabemos lo difícil que es mantenerse integro en este país.

En el campo de la Mobil, tenía el privilegio  de vivir en el campamento norte, donde compartía con los gringos y con los pocos profesionales venezolanos que vivían en él.  En esta zona del campamento, disfrutaba de cine,  grandes almacenes con productos importados,  Casa Club con piscina y restaurantes y una amplia biblioteca, donde era uno de los pocos que asistía y retiraba libros.
De su primer contacto con los norteamericanos, no tuvo una buena impresión, le parecían tipos elementales, que tomaban mucho y que no mostraban interés por el país donde estaban viviendo. La mayoría eran ingenieros de Texas, burdos, chauvinista  y centrados exclusivamente en el trabajo, pasaban su tiempo de ocio en el bar hasta emborracharse, en muchos casos solos, sin ninguna compañía. Esto sorprendía mucho a Txus, acostumbrado a tomar siempre en cuadrilla con amigos, que terminaban cantando bilbainadas a todo gañote, muchas veces, sobre las mesas del bar.
Entre toda esa fauna humana solo se hizo amigo de un ingeniero judío, de Nueva York, que quería aprender español y que lo acompañaba en sus recorridos por los alrededores y en ciertas ocasiones a Caracas.  Para ejemplificar a sus compañeros siempre contaba una experiencia que vivió  con un roommate, un tejano rubio y grandote (y al decir esto estiraba su brazo lo más que podía), que dormía desnudo y que no le dirigía la palabra. Una noche al llegar de cenar, fue a buscar dinero para salir y se encontró con que todo el que tenía guardado había desaparecido, sin mediar palabra, clavo una mirada acusadora en su compañero, que acostado desnudo en su cama lo observaba indiferente.
A la mañana siguiente estaba trabajando en el laboratorio y de repente  el tejano irrumpió, acompañado de un traductor, para retarlo a una pelea al salir del trabajo. Txus pasó un día horrible  pensando que el gigantón acabaría con él de un solo puñetazo, pero pensando que no podía evadir la pelea, que tenía que enfrentarse, pues quedar como cobarde era lo último que quería. Al salir del laboratorio, en compañía de sus compañeros, se dirigió al lugar de la pelea y ahí se encontró al gringo en short, rodeado de sus amigotes, al ver a Txus se cuadró en posición de boxeador. Txus como un iluminado empezó a insultarlo a gritos, con improperios  españoles y venezolanos y después con un gesto de dignidad ofendida abandonó el lugar, al dar la espalda casi sentía que se abalanzaba contra su cuello, pero el gringo perplejo se quedó mirando atónito como se alejaba.  Ese día regresó muy tarde a su casa, pensando que el gringo lo estaría esperando. Al entrar lo vio  acostado, dormido y desnudo como siempre, no durmió en toda la noche, vigilándolo con los ojos entreabiertos. Al amanecer, lo vio levantarse, recoger sus cosas y salir, el escándalo que había organizado hizo que lo repatriaran  inmediatamente.
Además de su amigo neoyorquino, también se hizo muy amigo de un ingeniero andino y con ambos salió a celebrar el sorpréndete y positivo desenlace de los acontecimientos.
Durante los fines de semana que pasaba en Caracas combinaba sus citas amorosas, con el deporte y con la política. En esa época ya se había hecho militante del partido Acción Nacionalista Vasca, partido de izquierda democrática, republicano y anticlerical, al cual perteneció, prácticamente,  hasta la muerte de Franco. En este partido canalizó sus inquietudes políticas y luchó por los principios que toda su vida defendió. Justicia, libertad, tolerancia, igualdad, derecho a existir  de los pueblos y la  defensa y promoción de los DDHH.
Libro que cuenta la historia de Acción Nacionalista Vasca y de la organización en Venezuela
Estos son los integrantes de Acción Nacionalista Vasca de Caracas, reseñados en el libro
principios de ANV
Frente a la dictadura que vivía Venezuela no fue abiertamente beligerante, pero apoyaba a los demócratas que luchaban por la democracia y dentro de las discusiones que se realizaban en el Centro Vasco la situación del país de adopción ocupaba un espacio importante. de sus amigos venezolanos ninguno simpatizaba con el régimen.
En el año 1957 se casa con su primera esposa y la compañía les asigna una casa en el campo petrolero, pero casi todos los fines de semana venían a Caracas a visitar la familia y los amigos. Txus estaba consiente que para su esposa era duro vivir aislada y separada de su familia.
El viernes 24 de enero de 1958 emprenden, como siempre, su viaje a Caracas, acompañados del ingeniero andino y su esposa. Se habían enterado de golpe militar de la madrugada del 23, pero querían estar presentes en los acontecimientos que se estaban desarrollando. En la primera alcabala, de las muchas que encontraron, se sorprendieron de no ver guardias nacionales, sino civiles armados con machetes y pistolas. Al preguntar qué pasaba se enteraron que el pueblo democrático en unión de los militares habían tomado las calles y carreteras de todo el país para impedir desordenes y evitar que los agentes de la seguridad nacional escaparan. La huida del  dictador  en la “vaca sagrada”, nombre coloquial que se daba al avión presidencial, con rumbo a República Dominicana había generado un poco de caos y anarquía y el pueblo demócrata salió a la calle a defender la tan ansiada y luchada libertad. Esta noticia no les amilano, consientes del momento histórico que estaban viviendo decidieron, temerariamente, continuar con su viaje.
La gente en las calles a la caida del dictador
El trayecto lleno de sobresaltos, paradas y revisiones llega a su cenit  de angustia y miedo, al llegar a Guatire donde otra alcabala los detiene por enésima vez, pero en esta uno de los improvisados alcabaleros, armado con un machete señala al amigo andino y gritando lo acusa de ser uno de los esbirros de la seguridad nacional, inmediatamente se forma una poblada que quiere lincharlo. El llanto de las mujeres y las explicaciones de Txus y del andino, apenas son oídas entre los gritos de la multitud enardecida que quiere tomar la justicia en sus propias manos. Entre empujones y a rastras los sacan del carro y los conducen con el responsable de mayor rango, que para suerte de ellos había estudiado con el andino en la UCV y que dio  fe de lo infundado de las acusaciones. Entre alegrías y abrazos, después de este sobresalto, se despidieron del salvador, que los amonesto severamente por su irresponsabilidad y gentilmente les proporcionó escoltas que los acompañaron durante el resto del recorrido, llegando sanos y salvos a la casa.
Por primera vez ante los ojos de Txus se abría la posibilidad real de vivir en libertad, vivir en democracia y pensó que era el momento de dejar la Mobil y mudarse a Caracas donde podría participar y observar los cambios sociales y políticos que se implementarían. Era una oportunidad histórica y única que no quería perderse en el aislamiento del campo y encerrado entre tubos de ensayo, reactivos y básculas.
A los 31 años  había vivido una guerra, dos dictaduras y, ahora se le presentaba la oportunidad de reiniciar otra vez su vida y vivir  en democracia. Dio gracias a Rómulo Gallegos por escribir Canaima y  ayudarlo a tomar la decisión correcta, se acordó que otra de las opciones para emigrar, propuesta por un ex director de Auxilio Social, fue viajar a Santo Domingo. El General Trujillo quería crear una línea limítrofe habitada exclusivamente por blancos para impedir el avance de los haitianos, pero le pareció horrible contribuir con esta vergonzosa discriminación racial.
Vivir en democracia era un sueño largamente acariciado y por fin tendría la oportunidad de hacerlo realidad. 
 en los siguientes videos podrán ver la caída del General Pérez Jimenes 

y la historia del petroleo en Venezuela

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