viernes, 18 de marzo de 2016

Tierra de Gracia

La travesía por mar duró 20 días. Días  llenos de expectativas donde soñaba con un futuro mejor.  Su llegada a La Guaira la describía como una explosión de luz y color que auguraba buenos tiempos.  La mortecina luz de su Bilbao, casi siempre oculta por las nubes y el Txirimiri, que combinaba con la oscuridad  y sobriedad en la vestimenta de sus habitantes, se transformó al llegar al trópico en luz brillante, casi enceguecedora, que al combinarse con los vivos colores que vestía la gente le parecieron un hermosísimo  calidoscopio brillante y colorido.  Sintió  que la decisión tomada había sido un acierto y que el futuro se presentaba lleno de esperanzas.
Acostumbrado a la forma de hablar en el país vasco,  le parecía que el acento venezolano, era suave, cadencioso y cantarino, diferente al castellano que hasta el momento había escuchado, casi sentía que hablaban otro idioma, al principio no entendía nada y tardó algún tiempo en habituarse a la forma de hablar. La calidez y el empleo de palabras cariñosas al responder cualquier pregunta le sedujeron inmediatamente y se sintió acogido por estos desconocidos de mirada alegre, de sonrisa fácil que no escatimaban en atenciones. Solo le bastó pisar esta tierra para enamorarse de ella, para entregarle la mayor parte de su vida.
Por recomendaciones de otro vasco que viajo con ellos, se alojaron en una pensión en San Bernardino, todavía al pasar por esa calle me señalaba su primera casa en Venezuela, me hablaba de la sabrosa comida que preparaba la paisana que regentaba el lugar y de sus peculiares habitantes en donde resaltaban el argentino buenmocísimo, conquistador empedernido y el vasco habilidoso y brillante.
De estos primeros amigos, algunos perdurarían a lo largo de toda la vida y otros solo quedarían en el recuerdo. Pero este grupo inicial conformó una red de apoyo para los recién llegados que informaba y recomendaba trabajos, lugares para el disfrute, compañía solidaria pero sobre todo le instruía en la cultura y costumbres del país. Le hablaron de  las arepas, del sancocho y del guayoyo, de “las negritas” del carnaval, de las prostitutas en Catia, de los cines sin censura, de la dictadura, de los adecos, de los comunista, de la seguridad nacional…
La llegada a Venezuela fue cercana a los carnavales, fiesta que por aquel entonces se celebraba con frenesí, y que Txus nunca había celebrado pues durante el franquismo se borró esta  festividad pagana del calendario. La dueña de la pensión les informó que en la Cervecería Caracas estaban buscando mesoneros para servir durante las fiestas que todos los días de carnaval se celebrarían en sus instalaciones, El grupo se dirigió al lugar e inmediatamente fueron contratados. Al argentino buenmocísimo le asignaron el rol de recibir a los asistentes, vestido de levita y obsequiarles a la entrada con una copa de champaña Alexander. Los demás fueron contratados como mesoneros ganando 5 Bs al día. El grupo se organizó para que cada noche uno pudiera disfrutar y beber en la fiesta, mientras los otros cubrían su trabajo. Los días transcurrieron sin inconvenientes, pero la última noche, el argentino, no solo ofrecía la copa de Alexander, sino que en un gesto de simpatía tomaba una copa y brindaba con cada uno de los que iban llegando, poco tiempo después empezaron a escuchar ruidos de cristales que se rompían. Al ver que pasaba se encontraron al argentino tambaleante que brindaba, bebía y arrojaba al piso las copas vacías de champaña, entre todos  lo sostuvieron  y lo escondieron en la cocina, donde despertó al día siguiente.

Con el fin del carnaval llegó el fin del trabajo, pero Txus había ganado 20 Bs, que representaban casi 5 dolares, al cambiarlas a pesetas se quedo pasmado, eran 500 pesetas, lo que significaba 8 meses de su salario como ingeniero en Altos Hornos, definitivamente había llegado  a la tierra prometida. 
Unos hermanos que viajaron en el barco, eran familiares de Pepe Arriaga, dueño del bar El Chicote y del Cabaret Pasapoga y  le habían ofrecido  trabajo en cualquiera de los dos, Ubicados en la plaza Venezuela  y en la Av Urdaneta, respectivamente, ambos eran lugares de moda de la época donde asistía la crema y nata de la sociedad caraqueña.  El trabajo que le ofrecieron, y que aceptó,  era de cobrador, no tenía sueldo fijo, pero de todas las cuentas que cobrará se quedaría con el 10%. El dueño le entregó una cantidad ingente de facturas, servilletas y papeles firmados donde los deudores reconocían la deuda. Txus organizó las facturas he hizo los cálculos y cual cuento de la lechera empezó a hacer planes con la gran cantidad de dinero que ganaría al cobrar las deudas. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que a pesar de las hermosas casas donde vivían y los elegantes sirvientes que atendían a su llamado, los deudores o no estaban o se negaban a pagar. Relataba, riéndose, como uno de los más ilustres venezolanos, amos del valle,   que vivía en una hermosísima y lujosa hacienda en Montalván. Lo recibió con  simpatía y amabilidad extrema, como gran amigo y después de invitarlo a un "Wiski", mientras lo saboraeban y  palmeandole la espalda le dijo “caballo, estoy limpio”  “Caballo” era el término que se usaba para demostrar camaradería y amistad. Después de un mes sin cobrar un centavo y viendo sus sueños de ganancias rotos, Txus abandonó para siempre el difícil trabajo de ser cobrador en Venezuela. País que como todos sabemos fue el inventor de las excusas.
Pero no todo era trabajar,  la añoranza por la tierra que había dejado atrás  lo llevo al Centro Vasco de Caracas donde entró con sus amigos de viaje, sus botas de montar, su pipa y un sweater cuello tortuga.  Muchos lo consideraron  bizarro  por su indumentaria, no sabían que esta ropa era prácticamente la única que poseía y que las botas eran, efectivamente, su único calzado.  Los recién llegados pronto se hicieron habitués y se unieron a los jóvenes que hacían vida social y política contra Franco,
A los 28 años, Txus inicio una nueva vida, en otro país, con otras gentes pero el centro vasco representó siempre su identidad, su tierra y su lucha por sus ideales de independencia y libertad para su pueblo. En esta sucursal de Euskadi pudo, por primera vez, expresar a viva voz sus opiniones, sus ideas, el Txus político estaba naciendo.

Notas de interes
En la columna "Asi son las cosas" de Oscar Yanes  se reseña el Cabaret Pasagoda por ser donde bailó Isabel Peron  y la colocó como pie para narrar la experiencia de Txus como vecino de Perón. pocos años despues de llegar y compartiendo un apartamento en la Av. Andrés Bello, con su mejor amigo del colegio y de viaje, se dieron cuenta que en el edificio de enfrente siempre se paraba un carro con policías que vigilaban y acompañaban a un, todavía no identificado, vecino. la presencia del carro los alertó y vigilantes empezaron a prestar atención, descubrieron que el vecino era el famoso general Perón que estaba viviendo en Venezuela invitado por Pérez Jiménez. Txus nos narraba lo patético que resultaba ver al general paseando con Isabel y sus perritos, con infulas de grandeza y sintiéndose observado y reconocido por todos. también, como continuamente llegaban jovencitas vestidas de uniforme a visitarlo y como al salir él las despedía en la escalera, saludando con su mano alzada como si se asomará al balcón de la Casa Rosada en buenos Aires.

Video de imagenes de la Caracas que recibió a Txus

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