lunes, 28 de marzo de 2016

El encuentro

Hasta el momento he narrado la historia de Txus basada en los cuentos y anécdotas que me contó o que comentaba con sus amigos más entrañables y  con sus familiares  en agradables reuniones que siempre atesoraré en mis recuerdos.

Ahora contare la historia compartida, la historia de nuestra vida en común. No va ser tarea fácil, como nos recuerda  Francesca desde  el V infierno de la Divina Comedia de Dante:

“…No hay mayor dolor,
que, en la miseria recordar
el feliz tiempo…”

En las Res. Sans Souci Edificio Apamate vivía Txus
En octubre  de 1979, después del viaje que había realizado  se dedicó a trabajar intensamente  por Amnistía Internacional  y los Derechos Humanos  y retomó su acostumbrada vida, su trabajo rutinario en el ministerio y sus fines de semana de piscina y lectura. A la piscina asistía acompañado de su grupo de amigos, incluyendo a su ex esposa.
Entretanto una joven yo, llegada de un reciente viaje de vacaciones, fui con una amiga a bañarme en la piscina del Centro Vasco de Caracas. Desde la piscina mi amiga señalando a un hombre que leía tumbado en una silla de extensión  abstraído totalmente del grupo que lo rodeaba, me comentó: ¿Vez ese señor de pelo blanco? Es Txus, es el tío de… y sabe de todo, cada vez que teníamos dudas le preguntábamos a él, creo que él me inspiró para estudiar sociología (palabras más, palabras menos) Lo mire con cierto  interés pero inmediatamente perdió  mi atención.
piscina de Centro Vasco, a la derecha, bajo los árboles leia Txus
A mi amiga, otro amigo muy querido le habló  de una organización de Derechos Humanos en la que podíamos luchar por presos políticos, deseosos de trabajar por los demás, los tres inseparables asistimos a la primera reunión de AI con un grupo de jóvenes, hijos de vascos, que pertenecían a la organización.
Amnistía Internacional
Uno de los jóvenes miembros nos fue  empapando del tema y del trabajo de AI y no tardó mucho en convertirse en otro  inseparable más. Ya con información suficiente nos invitaron a participar en una reunión del grupo de veteranos. Llegamos a la reunión y ahí estaba Txus, desde el momento que empezó a hablar me fascino (yo siempre comentaba que mi tipo de hombre era como los jesuita, inteligentes y sabios) parecía uno de los curas que nos daban clase y además vasco como ellos era el hombre perfecto. Al terminar la reunión nos quedamos charlando animadamente y entonces comentó mirándome: “te he visto antes, estabas en la piscina del Centro Vasco con un bikini verde”, todos lo miraron y yo quede gratamente sorprendida de que se hubiera fijado en mí y que aun recordará el color de mi traje de baño.
Todas la semanas íbamos a  las reuniones, que pronto empezaron a realizase en el apartamento de Txus, con auténtica ilusión esperaba esas reuniones donde después nos quedamos los cinco (Txus, mis amigos inseparables y yo) charlando sobre los temas más diversos: literatura, cine, psicología, teorías políticas, filosofía… En fin sobre la vida, la muerte, la existencia, el ser, sobre todos los temas que nos interesaban. Nosotros éramos lectores preocupados por todo y casi siempre salíamos de ahí con libros que nos prestaba o regalaba, en algún momento hasta nos acompañó a ver alguna película, la primera que vimos juntos fue Novecento.  
Después de salir del cine nos fuimos a su casa a discutirla durante horas, la ventaja de tener a Txus es que al mismo tiempo que discutimos de la película hablaba de la historia, la política de la época y de todos los temas que se asoman en esa extraordinaria película.
En la universidad comentábamos entusiasmados con nuestros amigos sobre las reuniones y el maravilloso hombre que habíamos conocido, todos sentían auténtica curiosidad por conocerlo. Un día le compre rosas amarillas, acababa de leer, no recuerdo en donde, que significaban admiración y cuando se las entregue se sintió tan feliz, que a todos los que iban llegando les comentaba que era la primera vez que le regalaban flores. Otro día que fui sin mis amigos a la reunión, me quede a solas con él y después de hablar durante horas, me acompaño a mi casa, en el trayecto agarraba mi brazo para cruzar la calle y al llegar me dio un beso de despedida en la mejilla, suave, largo,  que me pareció el mejor del mundo.
Definitivamente me había enamorado, tenía todos los síntomas, yo que siempre me tome las relaciones con una ligereza que asombraba a todos, que salía con uno y otro y que pensé que ese amor de película solo se vivía en ficción, me sentí subyugada, atraída, apasionada, embelesada por  un hombre contemporáneo con mi papá. Hablaba con mis amigos de este enamoramiento sin esperanzas, pues pensaba que un hombre maravilloso como él nunca podría fijarse en mí. El hermano de mi inseparable amiga nos acompañaba algunas veces a las reuniones y cada vez que Txus me miraba, estornudaba con un ¡Aaachusss! estruendoso y lo mejor es que por la cantidad de estornudos que realizaba me miraba con demasiada frecuencia.
En diciembre de ese año mi amiga lo invitó a su cumpleaños, lo iba a celebrar con otra amiga que cumplía en ese mismo mes. Hicimos una  fogata en el patio de la casa y fueron todos los compañeros de la universidad. Txus llegó acompañado de un amigo. La novia de un compañero, fue a saludarlo con mucho cariño, conocía a Txus desde pequeña, era muy pana de su papá. Esa noche a la luz del fuego, contemplando las primeras luces del amanecer sobre Caracas y con su brazo sobre mis hombros, me dijo al oído que le gustaba.
Poco después,  en su casa acostados, con mi cabeza en su pecho y acariciando mi pelo, me comentó que mi cara de emoción al ver el amanecer lo cautivo de tal manera, que no pudo frenar su confesión, que le gustaba desde que me vio en el centro vasco con mi bikini verde y rodeada de amigos, que se emocionó cuando me vio entrar a esa reunión de AI, que disfrutaba de cada momento que pasaba conmigo y con mis amigos, que le fascinaba mi  capacidad de asombrarme y tener curiosidad como los niños pero al mismo tiempo mis preocupaciones, intereses y gusto de  adulto…
Nos confesamos, ese primer día que pase en su casa, todo. Lo que habíamos sentido, los miedos que nos habían asaltado,  lo que imaginamos, y en ese hablar y hablar nos llegó la noche sin apenas darnos cuenta. Me acompañó a mi casa y quedamos para pasar el día siguiente. Apenas dormí, me  levante, compre algo en la panadería y llegue  temprano a su casa con el desayuno. A partir de ese momento, prácticamente,  su casa sería mi casa.
En ese frenesí inicial que tiene toda relación, centrados uno en el otro, los demás desaparecieron como por arte de magia. Nada, ni nadie existía. Solo unos pocos elegidos y cercanos conocían la existencia de nuestra relación. Para los demás seguíamos igual, pero como dice el dicho “Amor y felicidad no se pueden ocultar” y todo aquel que nos veía juntos sabía que algo existía   entre los dos. Cuando se ama hay gestos imperceptibles que nos delatan, miradas, contactos, comentarios que no se pueden ocultar.
Después de un primer momento de reserva, decidimos hacer público nuestro amor, salíamos al cine, al teatro, a conciertos, a comer, a exposiciones y a viajar. Algunos se acercaban para advertir, preocupados, el peligro de una relación de estas características. Sus amigos le hablaban de la volubilidad de la juventud, del riesgo que encerraba involucrase con una persona tan joven, del dolor que podía significar una ruptura, que todos veían como inminente. Mis amigos alegaban que iba a hacerle daño a Txus, que mis relaciones no duraban, que me cansaba de todos los tipos rápidamente, que no era mi tipo, que todos con los que salía eran buenos mozos, en fin todo lo que se dice en situaciones similares.       
Diferentes momentos de esa época 
Pero nosotros hicimos caso omiso a todas las advertencias bienintencionadas y decidimos dar el siguiente paso y presentarnos como pareja formal ante amigos y familiares. Todos nos trataban bien, íbamos a cenar con amigos de Txus y familiares y con mis amigos salíamos al cine, a tomar cerveza, al teatro y a fiestas. Fiestas locas y fiestas normales.  Tenía y tengo  un amigo, un alemán encantador,  que hacía unas fiestas espectaculares de disfraces, de togas, con conciertos en vivo, en fin la locura y Txus asistía conmigo a todas. Cada uno hizo todo lo posible por adaptarse al otro. Sus amigos y familiares empezaron a acostumbrarse a vernos juntos, tomados de la mano y felices. Mis hermanas lo aceptaban pero mis padres todavía no lo conocían y aunque sabían que estaba saliendo con alguien y estaban contentos por esto, no poseían la más remota idea de que ese alguien tenía la misma edad que mi papá.
Durante un año conviviendo casi a diario, cada vez más consolidados y reconocidos como pareja, pensamos que era el momento de conocer a mis padres. Decidimos que en navidad seria la presentación, Txus pasaría las fiestas con nosotros. Antes de que llegará le enseñe una foto a mis padres. Mi mamá fue la primera y se molestó tanto que me dijo que no se quedaría en la casa y que llamará a un hotel,  me puse a llorar y fui corriendo a hablar con mi papá, el sorprendido, pero siempre respetuoso de nuestras decisiones, me dijo: “ya conoces a tu  mamá, se le pasará, claro que se quedará en la casa, pero viejo es, lo único bueno es que tendré compañía para fumar una pipa al sol cuando sea viejo”. Al día siguiente fuimos a buscar a Txus al aeropuerto y lo encontramos fumando un tabaco y con cara de pánico, después me confesó que estuvo a punto de montarse en un avión y regresar a Caracas, que lo único que lo detuvo fue pensar en mí y en lo feliz que había sido en el último año. Llegamos a la casa y la tensión se podía cortar con un cuchillo, mi mamá lo miraba con descarada hostilidad, pero Txus paciente, le comentaba cosas, le celebraba la comida. Al llegar mi papá  y al estar todos reunidos en la sala de estar,  Txus buscó su bolso y empezó a repartir los regalos de navidad que había traído para cada uno, este gesto, fue un “detallazo” que le encantó a mi mamá, a partir de ese momento se limaron las asperezas y los días festivos fluyeron en paz y tranquilidad. Con mis tíos las simpatías no fueron tan inmediatas, pero de  esperaban cualquier cosa, no les asombró, pero pensaron que era solo una de mis locuras transitorias.
Una de las fotos que le mostré a mis padres
Todos los que nos rodeaban pensaban que nuestra relación no podía durar mucho, que fracasaríamos, que era imposible  y cuando anunciamos que pensábamos casarnos, no faltó una mirada condescendiente, ni un comentario a nuestras espaldas. Algunos volvieron otra vez a advertirnos que lo único seguro en un futuro no muy lejano era una ruptura inminente, pero aun así, frente a viento y marea fijamos fecha de la boda para junio de 1981.
Nos conocimos en octubre de 1979, yo tenía 21 años y Txus 52, nos empatamos en diciembre de ese mismo año, conoció a mis padres en diciembre de 1980 y nos casamos el 5 de junio de 1981. Yo tenía 23 años y Txus 54  y siempre pensamos que la mejor decisión de nuestra vida  fue optar por una vida  juntos a pesar de la opinión de los demás. 
Retomando a Dante y la frase de Francesca del inicio de esta entrada quiero comentarles que recordar estos momentos iniciales de nuestra relación más que dolor me ha producido una gran emoción y alegría, con una sonrisa evocaba cada uno de ellos y pensé que si la felicidad ha sido real y verdadera te  fortalece emocionalmente para siempre y  evocarla solo te produce equilibrio y paz,


6 comentarios:

  1. Hermosos momentos... Realmente la vida de Txus, tiene toda una carga de emociones diversas, que nos hacen identificarnos de inmediato con el.... Como logró salir airoso de tantas situaciones tan difíciles y criticas... salió adelante y con éxito.. He seguido tus escritos con mucho interés y afecto...

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  2. Ana...todo lo maravillosamente escrito ha despertado en mi una madeja de recuerdos de la cuelgan hilos que quieren entrelazare en la urdimbre de la historia de Txus y tu, y en la trama tejer el tapiz de la presencia de Txus en nuestras vidas

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  3. Es tu blog...te gustaría que escribiéramos sobre nuestros recuerdos con Txus?



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    1. Claro querida me encantaría que todos los que conocieron a Txus y lo quisieron escribieran aquí. pueden ser comentarios o entradas, de hecho iba a pedirselos una vez que concluyera mi historia, mi visión, mis recuerdos... Sé que muchos tienen algo que contar de él y de las historias que he contado. espero esa importante contribución para preservar la memoria y el recuerdo de Txus.

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  4. Qué hermosa historia! No dejo de admirarlos! Y esa reflexión final tan bonita y sabia!

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  5. Qué recuerdos tan bonitos! En algunos estuve cerca, en otros no tanto, pero me quedo sorprendido al leer que no fue sino hasta el amanecer de la fiesta con fogata, en casa de una amiga, en diciembre, que se dijeron que se gustaban, porque más temprano, a la luz de esa misma fogata, en esa misma fiesta, ya tus compañeros nos habíamos dado cuenta y lo comentábamos.
    Hace poco, durante la misa que ofició Baquedano, recordaba unas palabras de esas que nos decía Antonio Cova en clases, que decía su abuelita "Dios no había hecho mejor cosa que un día tras otro" Y lo recordaba porque habiendo sido testigo (y hasta protagonista) de esas dudas y de esa sorpresa al enterarnos, al principio, de la relación entre uds. daba gracias a Dios por ser testigo, 37 años después, de la construcción de una relación de amor, amigos y compañeros, construida "un día tras otro" sobre la base de las diferencias con las que empezaron. Todo un ejemplo para cada uno de nostros en mmúltiples planos. Vaya en mis palabras un homenaje para los dos; para Txus, hombre encantador, formado, ilustrado, comprometido con los DDHH, con quien conversar era un placer, que en el matrimonio de Debbie bailaba con nosotros y con su bastón; y para ti mi querida Ana Isabel, que junto a él has sido ejemplo en la construcción de pareja, en el amor de pareja y de madre. Y que un día tras otro le hemos podido ver

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