Hasta el momento he narrado la historia de Txus basada en los cuentos y anécdotas que me contó o que comentaba con sus amigos más entrañables y con sus familiares en agradables reuniones que siempre atesoraré en mis recuerdos.
Ahora contare la historia
compartida, la historia de nuestra vida en común. No va ser tarea fácil, como
nos recuerda Francesca
desde el V infierno de la Divina Comedia
de Dante:
“…No hay mayor dolor,
que, en la miseria recordar
el feliz tiempo…”
En las Res. Sans Souci Edificio Apamate vivía Txus |
En octubre de 1979, después del viaje que había realizado se dedicó a trabajar intensamente por Amnistía Internacional y los Derechos Humanos y retomó su acostumbrada vida, su trabajo rutinario en el ministerio y sus fines de semana de piscina y lectura. A la piscina asistía acompañado de su grupo de amigos, incluyendo a su ex esposa.
Entretanto una joven
yo, llegada de un reciente viaje de vacaciones, fui con una amiga a bañarme en
la piscina del Centro Vasco de Caracas. Desde la piscina mi amiga señalando a
un hombre que leía tumbado en una silla de extensión abstraído totalmente del grupo que lo
rodeaba, me comentó: ¿Vez ese señor de pelo blanco? Es Txus, es el tío de… y
sabe de todo, cada vez que teníamos dudas le preguntábamos a él, creo que él me
inspiró para estudiar sociología (palabras más, palabras menos) Lo mire con
cierto interés pero inmediatamente
perdió mi atención.
A mi amiga, otro amigo
muy querido le habló de una organización
de Derechos Humanos en la que podíamos luchar por presos políticos, deseosos de
trabajar por los demás, los tres inseparables asistimos a la primera reunión de
AI con un grupo de jóvenes, hijos de vascos, que pertenecían a la organización.
Uno de los jóvenes
miembros nos fue empapando del tema y
del trabajo de AI y no tardó mucho en convertirse en otro inseparable más. Ya con información
suficiente nos invitaron a participar en una reunión del grupo de veteranos.
Llegamos a la reunión y ahí estaba Txus, desde el momento que empezó a hablar
me fascino (yo siempre comentaba que mi tipo de hombre era como los jesuita,
inteligentes y sabios) parecía uno de los curas que nos daban clase y además
vasco como ellos era el hombre perfecto. Al terminar la reunión nos quedamos
charlando animadamente y entonces comentó mirándome: “te he visto antes,
estabas en la piscina del Centro Vasco con un bikini verde”, todos lo miraron y
yo quede gratamente sorprendida de que se hubiera fijado en mí y que aun
recordará el color de mi traje de baño.
piscina de Centro Vasco, a la derecha, bajo los árboles leia Txus |
Amnistía Internacional |
Todas la semanas
íbamos a las reuniones, que pronto
empezaron a realizase en el apartamento de Txus, con auténtica ilusión esperaba
esas reuniones donde después nos quedamos los cinco (Txus, mis amigos
inseparables y yo) charlando sobre los temas más diversos: literatura, cine,
psicología, teorías políticas, filosofía… En fin sobre la vida, la muerte, la
existencia, el ser, sobre todos los temas que nos interesaban. Nosotros éramos
lectores preocupados por todo y casi siempre salíamos de ahí con libros que nos
prestaba o regalaba, en algún momento hasta nos acompañó a ver alguna película,
la primera que vimos juntos fue Novecento.
Después de salir del cine nos fuimos a su casa a discutirla durante horas, la ventaja de tener a Txus es que al mismo tiempo que discutimos de la película hablaba de la historia, la política de la época y de todos los temas que se asoman en esa extraordinaria película.
Después de salir del cine nos fuimos a su casa a discutirla durante horas, la ventaja de tener a Txus es que al mismo tiempo que discutimos de la película hablaba de la historia, la política de la época y de todos los temas que se asoman en esa extraordinaria película.
En la universidad
comentábamos entusiasmados con nuestros amigos sobre las reuniones y el
maravilloso hombre que habíamos conocido, todos sentían auténtica curiosidad
por conocerlo. Un día le compre rosas amarillas, acababa de leer, no recuerdo
en donde, que significaban admiración y cuando se las entregue se sintió tan
feliz, que a todos los que iban llegando les comentaba que era la primera vez
que le regalaban flores. Otro día que fui sin mis amigos a la reunión, me quede
a solas con él y después de hablar durante horas, me acompaño a mi casa, en el
trayecto agarraba mi brazo para cruzar la calle y al llegar me dio un beso de
despedida en la mejilla, suave, largo, que me pareció el mejor del mundo.
Definitivamente me
había enamorado, tenía todos los síntomas, yo que siempre me tome las
relaciones con una ligereza que asombraba a todos, que salía con uno y otro y
que pensé que ese amor de película solo se vivía en ficción, me sentí
subyugada, atraída, apasionada, embelesada por
un hombre contemporáneo con mi papá. Hablaba con mis amigos de este
enamoramiento sin esperanzas, pues pensaba que un hombre maravilloso como él
nunca podría fijarse en mí. El hermano de mi inseparable amiga nos acompañaba
algunas veces a las reuniones y cada vez que Txus me miraba, estornudaba con un
¡Aaachusss! estruendoso y lo mejor es que por la cantidad de estornudos que
realizaba me miraba con demasiada frecuencia.
En diciembre de ese
año mi amiga lo invitó a su cumpleaños, lo iba a celebrar con otra amiga que
cumplía en ese mismo mes. Hicimos una
fogata en el patio de la casa y fueron todos los compañeros de la
universidad. Txus llegó acompañado de un amigo. La novia de un compañero, fue a
saludarlo con mucho cariño, conocía a Txus desde pequeña, era muy pana de su
papá. Esa noche a la luz del fuego, contemplando las primeras luces del
amanecer sobre Caracas y con su brazo sobre mis hombros, me dijo al oído que le
gustaba.
Poco después, en su casa acostados, con mi cabeza en su
pecho y acariciando mi pelo, me comentó que mi cara de emoción al ver el
amanecer lo cautivo de tal manera, que no pudo frenar su confesión, que le
gustaba desde que me vio en el centro vasco con mi bikini verde y rodeada de
amigos, que se emocionó cuando me vio entrar a esa reunión de AI, que
disfrutaba de cada momento que pasaba conmigo y con mis amigos, que le
fascinaba mi capacidad de asombrarme y
tener curiosidad como los niños pero al mismo tiempo mis preocupaciones,
intereses y gusto de adulto…
Nos confesamos, ese
primer día que pase en su casa, todo. Lo que habíamos sentido, los miedos que
nos habían asaltado, lo que imaginamos,
y en ese hablar y hablar nos llegó la noche sin apenas darnos cuenta. Me
acompañó a mi casa y quedamos para pasar el día siguiente. Apenas dormí,
me levante, compre algo en la panadería
y llegue temprano a su casa con el
desayuno. A partir de ese momento, prácticamente, su casa sería mi casa.
En ese frenesí inicial
que tiene toda relación, centrados uno en el otro, los demás desaparecieron como
por arte de magia. Nada, ni nadie existía. Solo unos pocos elegidos y cercanos
conocían la existencia de nuestra relación. Para los demás seguíamos igual,
pero como dice el dicho “Amor y
felicidad no se pueden ocultar” y todo aquel que nos veía juntos sabía
que algo existía entre los dos. Cuando se ama hay gestos
imperceptibles que nos delatan, miradas, contactos, comentarios que no se
pueden ocultar.
Después de un primer
momento de reserva, decidimos hacer público nuestro amor, salíamos al cine, al
teatro, a conciertos, a comer, a exposiciones y a viajar. Algunos se acercaban
para advertir, preocupados, el peligro de una relación de estas
características. Sus amigos le hablaban de la volubilidad de la juventud, del riesgo
que encerraba involucrase con una persona tan joven, del dolor que podía
significar una ruptura, que todos veían como inminente. Mis amigos alegaban que
iba a hacerle daño a Txus, que mis relaciones no duraban, que me cansaba de
todos los tipos rápidamente, que no era mi tipo, que todos con los que salía
eran buenos mozos, en fin todo lo que se dice en situaciones similares.
Pero nosotros hicimos
caso omiso a todas las advertencias bienintencionadas y decidimos dar el
siguiente paso y presentarnos como pareja formal ante amigos y familiares. Todos
nos trataban bien, íbamos a cenar con amigos de Txus y familiares y con mis
amigos salíamos al cine, a tomar cerveza, al teatro y a fiestas. Fiestas locas
y fiestas normales. Tenía y tengo un amigo, un alemán encantador, que hacía unas fiestas espectaculares de
disfraces, de togas, con conciertos en vivo, en fin la locura y Txus asistía
conmigo a todas. Cada uno hizo todo lo posible por adaptarse al otro. Sus
amigos y familiares empezaron a acostumbrarse a vernos juntos, tomados de la mano
y felices. Mis hermanas lo aceptaban pero mis padres todavía no lo conocían y
aunque sabían que estaba saliendo con alguien y estaban contentos por esto, no poseían
la más remota idea de que ese alguien tenía la misma edad que mi papá.
Diferentes momentos de esa época |
Una de las fotos que le mostré a mis padres |
Nos conocimos en
octubre de 1979, yo tenía 21 años y Txus 52, nos empatamos en diciembre de ese
mismo año, conoció a mis padres en diciembre de 1980 y nos casamos el 5 de
junio de 1981. Yo tenía 23 años y Txus 54
y siempre pensamos que la mejor decisión de nuestra vida fue optar por una vida juntos a pesar de la opinión de los
demás.
Retomando a Dante y la
frase de Francesca del inicio de esta entrada quiero comentarles que recordar
estos momentos iniciales de nuestra relación más que dolor me ha producido una
gran emoción y alegría, con una sonrisa evocaba cada uno de ellos y pensé que
si la felicidad ha sido real y verdadera te
fortalece emocionalmente para siempre y evocarla solo te produce equilibrio y paz,
Hermosos momentos... Realmente la vida de Txus, tiene toda una carga de emociones diversas, que nos hacen identificarnos de inmediato con el.... Como logró salir airoso de tantas situaciones tan difíciles y criticas... salió adelante y con éxito.. He seguido tus escritos con mucho interés y afecto...
ResponderEliminarAna...todo lo maravillosamente escrito ha despertado en mi una madeja de recuerdos de la cuelgan hilos que quieren entrelazare en la urdimbre de la historia de Txus y tu, y en la trama tejer el tapiz de la presencia de Txus en nuestras vidas
ResponderEliminarEs tu blog...te gustaría que escribiéramos sobre nuestros recuerdos con Txus?
ResponderEliminarClaro querida me encantaría que todos los que conocieron a Txus y lo quisieron escribieran aquí. pueden ser comentarios o entradas, de hecho iba a pedirselos una vez que concluyera mi historia, mi visión, mis recuerdos... Sé que muchos tienen algo que contar de él y de las historias que he contado. espero esa importante contribución para preservar la memoria y el recuerdo de Txus.
EliminarQué hermosa historia! No dejo de admirarlos! Y esa reflexión final tan bonita y sabia!
ResponderEliminarQué recuerdos tan bonitos! En algunos estuve cerca, en otros no tanto, pero me quedo sorprendido al leer que no fue sino hasta el amanecer de la fiesta con fogata, en casa de una amiga, en diciembre, que se dijeron que se gustaban, porque más temprano, a la luz de esa misma fogata, en esa misma fiesta, ya tus compañeros nos habíamos dado cuenta y lo comentábamos.
ResponderEliminarHace poco, durante la misa que ofició Baquedano, recordaba unas palabras de esas que nos decía Antonio Cova en clases, que decía su abuelita "Dios no había hecho mejor cosa que un día tras otro" Y lo recordaba porque habiendo sido testigo (y hasta protagonista) de esas dudas y de esa sorpresa al enterarnos, al principio, de la relación entre uds. daba gracias a Dios por ser testigo, 37 años después, de la construcción de una relación de amor, amigos y compañeros, construida "un día tras otro" sobre la base de las diferencias con las que empezaron. Todo un ejemplo para cada uno de nostros en mmúltiples planos. Vaya en mis palabras un homenaje para los dos; para Txus, hombre encantador, formado, ilustrado, comprometido con los DDHH, con quien conversar era un placer, que en el matrimonio de Debbie bailaba con nosotros y con su bastón; y para ti mi querida Ana Isabel, que junto a él has sido ejemplo en la construcción de pareja, en el amor de pareja y de madre. Y que un día tras otro le hemos podido ver