jueves, 24 de marzo de 2016

Caracas (Parte 1)

Diversas imágenes de este periodo 
Txus además de vasco se sentía caraqueño, amaba esta ciudad que duerme a los pies del Ávila, que le ofrecía todos los días su intenso cielo azul, su clima de eterna primavera y su verdor comandado por sus inmensas montañas y acompañado de sus sombreadas y arboladas calles. En Caracas vivió la mayor parte de su vida, desde 1958 hasta 1994. En estos 36 años  la recorrió, la disfruto, la contempló extasiado desde las laderas del Ávila.
Caracas le ofrecía oportunidades que ningún otro lugar del país podía ofrecer, sus grandes librerías, sus cines, su cosmopolita comida, pero sobre todo la cercanía con sus entrañables amigos y  con sus compañeros de partido.
Su primer trabajo fue en Tipografía Vargas. Juan de Guruceaga, le ofreció el puesto de jefe de la imprenta y aquí descubrió como se hacían los impresos, esas tentaciones con portadas, que desde pequeño lo habían seducido. En Tipografía Vargas alternó con la crema innata de la intelectualidad, pues todo intelectual que se preciará colaboraba con sus revistas. Aquí conoció, entre otros, a Meneses, Sofía Imber, Andrés Eloy y, algo que lo llenaba de orgullo al propio Gabo. Pero el que robo su corazón y siempre guardo en su memoria era el Sr Verde, anarquista y vegetariano español, que peleó en la guerra y que lo maravilla con sus cuentos,  vale la pena relatar algunas de las anécdotas del Sr Verde que fascinaron a Txus. El Sr Verde fungía de corrector y muchas veces al leer las galeradas no solo se limitaba a corregir los errores u omisiones, sino que rehacía textos y cambiaba el estilo y la redacción, lo que le generó, no pocas veces, conflictos con los escritores, pero todos le querían y respetaban.

en este libro encontraran la vida y obra de este gran hombre
El Sr. Verde   Perteneció durante la guerra a un batallón anarquista de los que defendían el frente de Madrid, en una incursión del batallón robaron un cañón y lo usaban y atacaban solo  cuando en asamblea lo decidían, desconociendo las órdenes o la estrategia militar de los republicanos.  Txus le comentaba que eso había sido un error y que por situaciones como esta tal vez habían perdido la guerra, pero el Sr, Verde le respondía que nada estaba por encima de la libertad y del derecho a decidir de cada individuo y  le recitaba los principales principios anarquistas. Al concluir la guerra escapó a República Dominicana  y lo primero que se le ocurrió fue empezar a organizar sindicatos para que los dominicanos pudieran defenderse de la explotación. Poco tiempo después fue encarcelado por la policía de Trujillo, que no simpatizaban con la idea de la organización sindical y estuvo preso durante algún tiempo, pero las cárceles no habían sido hechas para él, y en un acto casi milagroso logro escapar y venir a Venezuela, en Venezuela no tardó mucho en ser detenido por la Seguridad Nacional, pues, también aquí decidió organizar sindicatos. Detenido en la Seguridad Nacional, se hizo amigo entrañable de todos los presos políticos y estos al llegar al poder lo invitaron a Miraflores para que fuera parte del gobierno, al poco tiempo el Sr. Verde renunció y vino a trabajar a la Tipografía Vargas, le confesó a Txus que él estaba en contra del poder del estado y que ser parte de él le parecía una contradicción difícil de conciliar con sus principios. El Sr. Verde no vivió mucho tiempo, se enfermó y al poco tiempo murió, nunca fue al médico, a pesar de la insistencia de los compañeros y de altos personeros del gobierno que continuamente lo iban a buscar para llevarlo a una clínica, pero el Sr Verde, no confiaba en los médicos solo confiaba  en el poder curativo del limón y poco a poco se fue apagando hasta que una tarde al salir del trabajo cayó muerto en la calle.  Txus nunca lo olvido, fue una persona que marco su vida y  le demostró que los principios y la libertad son inviolables, que siempre hay que defenderlos y vivir apegado a ellos.
En 1963, al dejar la Tipografía Vargas, empezó a trabajar en el Ministerio de Obras Públicas (MOP) y fue en ese lugar donde permaneció hasta su jubilación en 1990. Su trabajo en el ministerio no le aportó mayores satisfacciones, pero al ser funcionario de carrera tenía garantizado un ingreso fijo que le permitía vivir holgadamente y dedicarse a la política y a otros intereses que fueron apareciendo a lo largo de su vida.
Del ministerio recordaba con afecto a dos personajes brillantes, ingenieros ambos, que por el hecho de haber sido simpatizantes de Pérez Jiménez habían sido execrados de toda actividad y reconocimiento y fueron ignorados por la burocracia gubernamental. Las dotes para el cálculo de ambos personajes eran empleadas por sus compañeros  para elaborar los cuadros del  5 y 6 (carreras de caballos pura sangre que se corrían todos los fines de semana en el hipódromo de La Rinconada en Caracas) Ambos personajes pasaban toda la semana calculando el viento, el peso de los caballos, la distancia y las probabilidades de que caballo seria el ganador, pero solo lograron ganar una vez y fue mercado libre. Las ganancias solo alcanzaron para comprar el cuadro de la siguiente semana.
Txus comentaba como uno de ellos estaba en Naiguatá en el terremoto de 1967 y expuso su vida, al quedarse dentro de una casa, solo para ver las oscilaciones y las ondas sísmicas  y  aportar sus cálculos para poder construir edificaciones antisísmicas.
También recordaba con ternura al pequeño limpiabotas que lustraba sus zapatos. El niño no entendía por qué  Txus siempre estaba leyendo, él le explicaba que le gustaba aprender y que la lectura era la principal fuente del saber. Se explayaba contándole lo que estaba leyendo y el niño empezó a fascinarse por la lectura y los libros. Al ver el interés y la curiosidad del niño empezó a regalarle cuentos para que fuera formando su propia biblioteca. La amistad entre ambos fue tan fuerte que el niño le dejaba cada día algo del dinero que había ganado para que se lo guardara, su intención era ahorrar para ayudar a su mamá y comprarle una casa.  Durante años Txus hizo de Banco, pero un día el niño vino a retirar su dinero por que se mudaba al interior. Después de una triste despedida  y de un apretón fuerte de manos el niño desapareció. Poco antes de casarnos Txus llego muy emocionado y me contó que el niño, ya un hombre, lo había ido a visitar y a darle las gracias. Le agradeció su afecto, su interés y sobre todo el amor que le había trasmitido por la lectura, gracias a eso había estudiado   y ahora era todo un profesional, seguía viviendo con su mamá y estaba pagando la hipoteca de una casita del barrio obrero que le habían asignado. 
El caso de este niño no es aislado Txus influyó positivamente en muchas personas, las enriqueció como seres humanos y las ayudo e impulso en sus vidas, era un dador, una persona que vivía por y para los demás.
Entre amigos y compañeros de trabajo transcurrió una vida laboral que nunca representó para él ningún gozo o reto, atrás había dejado la fascinante química y los laboratorios, siempre con una sonrisa comentaba que lo único que le quedaba de ingeniero químico era su buena disposición para fregar los utensilios, pues siempre fregaba los platos con acuciosidad.  Del trabajo propiamente dicho apenas hablaba, era algo que hacía por costumbre, por comodidad, para sobrevivir. Su pasión y su energía las canalizó en  otras actividades a las que se entregó voluntariamente y que le brindaron grandes satisfacciones.
El país vasco y su lucha contra Franco ocupaban sus días: Su militancia en Acción Nacionalista Vasca (ANV), sus reuniones, su participación en un programa radial, su colaboración con Tierra vasca, revista nacionalista que se editaba en argentina, pero que se financiaba en Caracas, su trabajo como presidente del Euzko Gaztedi (Fuerza Juventud Vasca) en fin, múltiples actividades a las que se entregaba con ímpetu.
referencia a Txus como presidente de Eusko Gastedi

uno de sus artículos en Tierra Vasca

Articulo de Martin de Ugalde dando respuesta a planteamientos de Txus

Reseña en otro boletín donde colaboraba 

diversos ejemplares de Tierra Vasca, en  casa tenemos la colección completa
Todo lo que se publicaba se enviaba  y distribuía clandestinamente en el  País Vasco. Leer las cartas que se intercambiaban para indicar los puntos de encuentro, el material a distribuir, las reuniones que tenían que realizar, te trasportan a una película  sobre la resistencia, donde los protagonista hablan en clave,  viven una doble vida y se mezclan con el enemigo para obtener información, pero no era  ficción se arriesgaban realmente por lo que creían y luchaban. Recuerdo un día que se sentó con Nerea en  la mesa del comedor con un paquete de cartas amarillas, guardadas con celo y orgullo y le preguntó ¿Nerea quieres saber la historia de cuando tu padre luchó en la clandestinidad?, la niña asombrada y admirada le dijo que sí. Después de un breve relato de la situación se puso a leerlas en voz alta y le explicaba  lo que significaba cada cosa, se reían a carcajadas solo de ver la ingeniosidad que ponían en cada carta para evadir la censura y la cárcel. Por momentos a Txus se le nublaban los ojos de lágrimas recordando ese pasado intenso, que le dio tantas satisfacciones y sustos.
Uno de los grandes sustos fue durante su primera visita al País Vasco en los años 60, reencontrase con la familia fue maravilloso, verlos a todos, reunirse, comer, conocer a los nuevos miembros, sus sobrinos, presentar a su esposa, pero sobre todo reencontrase con sus compañeros de “colegio”, este encuentro era obligado cada vez que visitaba Euskadi, era extraordinario ver como narraban historias terribles riéndose y bromeando, como se burlaban de sus carceleros por no haber logrado que ninguno compartiera su doctrina. Pero volvamos al punto principal, entre risas, alegrías, reencuentros pasaba los días de vacaciones en Bilbao, pero un día, el Rubio, dueño  del Bar de abajo, él mismo que había alertado a Juan sobre la secreta. Le informó que en el bar habían ido a preguntar sobre él y que desde ese día  unos tipos desconocidos acudían todos los días y “casualmente” al salir  Txus  de saludar  y tomar algún chiquito, salían detrás de él.  Txus, un poco paranoico, empezó a vigilar si alguien lo seguía y empezó a ver en cada rostro un sospechoso, tenía prevista una entrevista con un grupo de la ETA inicial no terrorista (siempre estuvo en contra de la violencia, nunca la justificó) y pensaba que si lo estaban siguiendo podía ser peligroso para todos, no sabía cómo avisarles y esto le generó aun mas angustia. Ese día al llegar a su casa le informaron que el capitán de la secreta quería hablar con él, ya al borde del paroxismo decidió hablar con el Cónsul de  Venezuela en Bilbao y plantearle la situación.
Inmediatamente se dirigió al consulado y  planteó lo que estaba pasando. El Cónsul le aconsejo que acudiera a la entrevista pues él como ciudadano venezolano no tenía nada que temer, también le aseguró que personalmente tomaría cartas en el asunto y lo ayudaría. Al llegar a la cita fue recibido temible jefe de la  policía con comprobada responsabilidad en tortura y malos tratos.   El hombre lo invitó a sentarse y le saco un expediente donde se recogían todos los artículos escritos por Txus y algunas de sus andanzas en el Centro Vasco. Asombrado se dio cuenta de cómo el régimen a pesar de la distancia estaba enterado de casi todo: visitas del gobierno Vasco en el exilio a Caracas, reuniones con otros grupos de españoles republicanos, contenido de los programas de radio y copia de los artículos que se publicaban, pero no tenía idea de cómo hacían llegar el material por la frontera, aunque sospechaban que Txus tenía algo que ver, no tenían prueba alguna.  Lo amenazó veladamente indicándole los riesgos que podía correr y le recordó la vulnerabilidad de su hermano Juan, que ya había estado preso una vez,  que no poseía nacionalidad venezolana y que no tenía un Cónsul que abogará  por él. De esta forma discreta se enteró Txus que el consulado había presentado formalmente su preocupación por el tratamiento a uno de sus ciudadanos.  Después de algunas horas salió  con una advertencia y la indicación de que “disfrutará” del viaje y no se metiera en problemas. Txus fue nuevamente al consulado  agradeció el  expedito apoyo que le habían brindado y narró al Cónsul toda la entrevista, este le aconsejo que procurará no contactar a nadie que le resultará peligroso, que se cuidará y que acudiera rápidamente frente a cualquier acontecimiento. Después en su casa se enteraría de toda la angustia que habían vivido familiares y amigos y el alivio que represento el verlo llegar sano y salvo.
Pero todavía estaba pendiente el encuentro con ETA y su desconocimiento de como contactarlos para suspender la reunión.  Una mañana en el  bar del Rubio, se paró a su lado un tipo que con una leve señal de su cabeza le indicó que lo siguiera. Txus no se atrevió a decirle nada, pues imaginaba que cualquiera de los presentes podía ser un policía. Lo siguió con disimulo durante largo rato, hasta que un carro se paró y le abrió la puerta de atrás para que entrará, al entrar Txus les indicó que lo estaban siguiendo, pero le dijeron que estaban al tanto y que habían despistado a la policía, ya saliendo de Bilbao le exigieron que se cubriera los ojos y lo llevaron a un sitio desconocido, a un caserío aislado de tantos que hay en la afueras. Se reunió con ellos  cuadraron acciones, colaboraciones y contactos, terminada la reunión lo dejaron a varias cuadras de su casa y desde ese momento Txus decidió disfrutar de las vacaciones y no preocupar, ni exponer más a sus amigos y familia.
Y aunque en ese viaje no supo más de la policía, en casi todos sus  viajes posteriores siempre visitó el cuartel de la policía para una entrevista forzada con el jefe. Esto no lo amilanó, todo lo contrario, ahora que vivía en un país, quería lograr para el País Vasco y para el estado español libertad, democracia; y contribuiría para lograrlo con todo lo que pudiera hacer.
Durante años combinó el trabajo rutinario en el ministerio, con la siempre fascinante actividad política, la familia, los amigos y la lectura.
La lectura siempre fue para  él casi una necesidad básica, un libro siempre lo acompañaba, en su mesa de noche siempre había tres o cuatro libros que leía al mismo tiempo, combinaba siempre libros de conocimientos formales con literatura. Y desde que cobró su primer sueldo visitaba las librerías para comprar libros, él que detestaba comprar cualquier cosa, pasaba horas recorriendo los estantes de las librerías y revisando los libros con un amor casi filial. En esta época sentía verdadera pasión por conocer todo lo relacionado con la guerra civil y con todo lo que la censura del franquismo había prohibido, pero también compraba libros de historia, psicología, filosofía,  ciencias, arte, cualquier libro que pudiera satisfacer sus ansias de saber. Me contaba que al llegar a la casa con libros nuevos y para evitar las miradas de reproche y alguna reprimenda de su esposa, tiraba los libros por la ventana del baño y  entraba con las manos vacías, después iba al baño y salía con los libros ocultos o, sencillamente, en la mano como si fuera el libro que estaba leyendo. Siempre regalaba libros, libros pensados para cada regalado, en función de sus intereses, necesidades o gustos. Además de los libros leía los periódicos nacionales todos los días, compraba la revista Newsweek todas las semanas y compraba revistas especializadas en literatura, política, cultura, avances científicos, en fin todo, menos libros que considera basura por el tema o por la forma de abordarlo. Todo conocimiento que aprendía permanecía en su memoria, tenía una memoria prodigiosa y cualquiera de sus allegados que tuviera una duda acudía a él para que se la solventara o explicará, era como una especie de enciclopedia amena y conversadora, una especie de internet cara a cara.  Leía en la cama, en la piscina, mientras esperaba, parado en el "porpuesto"(camionetas de trasporte público), en los aviones en cualquier lugar donde pudiera extender el brazo. Cuando viajaba sorprendía a los lugareños con información que hasta los habitantes del país desconocían, en fin todo un amante de los libros.
Sus fines de semana transcurrían en el Centro Vasco, asistía  con su grupo de parejas amigas y jugaban pelota mano, se bañaban y comían la deliciosa comida del restaurante, muchas veces con sus sobrinos subía al Ávila, del cual conocía cada camino, recodo o vereda. También iban a conciertos, galerías, a la playa, le encantaba bañarse en el mar, nadar y flotar dejándose llevar por el vaivén de las olas.  Puerto Azul era su preferido en Naiguatá y cuando se adentraban hacia el interior de Venezuela optaban por La Punta, en la península de Paraguaná. Pero a todos los lugares siempre llevaba un libro, pues siempre podía presentarse la ocasión para leer.
No se enteró del  terremoto de 1967, iba manejando y al perder el control pensó que un caucho se había espichado, se bajó inmediatamente y empezó a ver como muchas cornisas de los edificios se desprendían y como los vidrios de las ventanas se rompían, estacionó el carro y camino hasta su casa, en una plaza cercana se encontró con sus suegros y su esposa, siempre recordaría el terror compartido  aquella noche, los zumbido que de pronto llegaban y que se convertían a los pocos segundos en réplicas del temblor,  la gente que se arrodillaba en el suelo pidiendo a Dios piedad  y rezando, al fanático religioso que mando a callar furioso porque con sus gritos de “castigo de dios” y “castigo a los pecadores” estaba a punto de generar una histeria colectiva.  También recordaría la solidaridad y el apoyo que se brindaron todos esa fatídica noche, como el miedo los hermanó y como solícitos se ayudaban unos a otros y se sintió orgulloso de haber elegido a Venezuela como su tierra y de ser ciudadano venezolano. El terremoto dejo pérdidas importantes en sus afectos, fueron muchos los conocidos y amigos que murieron.

Pero la vida iba pasando y los años transcurriendo. Un día se dio cuenta que le costaba escribir, que sentía un dolor cada vez más intenso en la mano derecha y que una fuerza desconocida le impedía escribir. Fue a los médicos especialistas y no encontraron nada físico, ni neurológico que explicara su situación y entonces le aconsejaron ir al psiquiatra, esta decisión traería cambios en su vida. 

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