Diversas imágenes de este periodo |
Txus además de vasco se sentía caraqueño, amaba esta ciudad que
duerme a los pies del Ávila, que le ofrecía todos los días su intenso cielo
azul, su clima de eterna primavera y su verdor comandado por sus inmensas
montañas y acompañado de sus sombreadas y arboladas calles. En Caracas vivió la
mayor parte de su vida, desde 1958 hasta 1994. En estos 36 años la recorrió, la disfruto, la contempló
extasiado desde las laderas del Ávila.
Caracas le ofrecía oportunidades que ningún otro lugar del país podía
ofrecer, sus grandes librerías, sus cines, su cosmopolita comida, pero sobre
todo la cercanía con sus entrañables amigos y
con sus compañeros de partido.
Su primer trabajo fue en Tipografía Vargas. Juan de Guruceaga, le
ofreció el puesto de jefe de la imprenta y aquí descubrió como se hacían los
impresos, esas tentaciones con portadas, que desde pequeño lo habían seducido.
En Tipografía Vargas alternó con la crema innata de la intelectualidad, pues
todo intelectual que se preciará colaboraba con sus revistas. Aquí conoció,
entre otros, a Meneses, Sofía Imber, Andrés Eloy y, algo que lo llenaba de
orgullo al propio Gabo. Pero el que robo su corazón y siempre guardo en su
memoria era el Sr Verde, anarquista y vegetariano español, que peleó en la
guerra y que lo maravilla con sus cuentos,
vale la pena relatar algunas de las anécdotas del Sr Verde que
fascinaron a Txus. El Sr Verde fungía de corrector y muchas veces al leer las
galeradas no solo se limitaba a corregir los errores u omisiones, sino que
rehacía textos y cambiaba el estilo y la redacción, lo que le generó, no pocas
veces, conflictos con los escritores, pero todos le querían y respetaban.
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en este libro encontraran la vida y obra de este gran hombre |
El Sr. Verde Perteneció
durante la guerra a un batallón anarquista de los que defendían el frente de
Madrid, en una incursión del batallón robaron un cañón y lo usaban y atacaban
solo cuando en asamblea lo decidían,
desconociendo las órdenes o la estrategia militar de los republicanos. Txus le comentaba que eso había sido un error
y que por situaciones como esta tal vez habían perdido la guerra, pero el Sr,
Verde le respondía que nada estaba por encima de la libertad y del derecho a
decidir de cada individuo y le recitaba
los principales principios anarquistas. Al concluir la guerra escapó a
República Dominicana y lo primero que se
le ocurrió fue empezar a organizar sindicatos para que los dominicanos pudieran
defenderse de la explotación. Poco tiempo después fue encarcelado por la
policía de Trujillo, que no simpatizaban con la idea de la organización
sindical y estuvo preso durante algún tiempo, pero las cárceles no habían sido
hechas para él, y en un acto casi milagroso logro escapar y venir a Venezuela,
en Venezuela no tardó mucho en ser detenido por la Seguridad Nacional, pues,
también aquí decidió organizar sindicatos. Detenido en la Seguridad Nacional,
se hizo amigo entrañable de todos los presos políticos y estos al llegar al
poder lo invitaron a Miraflores para que fuera parte del gobierno, al poco
tiempo el Sr. Verde renunció y vino a trabajar a la Tipografía Vargas, le
confesó a Txus que él estaba en contra del poder del estado y que ser parte de
él le parecía una contradicción difícil de conciliar con sus principios. El Sr.
Verde no vivió mucho tiempo, se enfermó y al poco tiempo murió, nunca fue al
médico, a pesar de la insistencia de los compañeros y de altos personeros del
gobierno que continuamente lo iban a buscar para llevarlo a una clínica, pero
el Sr Verde, no confiaba en los médicos solo confiaba en el poder curativo del limón y poco a poco
se fue apagando hasta que una tarde al salir del trabajo cayó muerto en la
calle. Txus nunca lo olvido, fue una
persona que marco su vida y le demostró
que los principios y la libertad son inviolables, que siempre hay que
defenderlos y vivir apegado a ellos.
En 1963, al dejar la Tipografía Vargas, empezó a trabajar en el
Ministerio de Obras Públicas (MOP) y fue en ese lugar donde permaneció hasta su
jubilación en 1990. Su trabajo en el ministerio no le aportó mayores
satisfacciones, pero al ser funcionario de carrera tenía garantizado un ingreso
fijo que le permitía vivir holgadamente y dedicarse a la política y a otros
intereses que fueron apareciendo a lo largo de su vida.
Del ministerio recordaba con afecto a dos personajes brillantes,
ingenieros ambos, que por el hecho de haber sido simpatizantes de Pérez Jiménez
habían sido execrados de toda actividad y reconocimiento y fueron ignorados por
la burocracia gubernamental. Las dotes para el cálculo de ambos personajes eran
empleadas por sus compañeros para
elaborar los cuadros del 5 y 6 (carreras
de caballos pura sangre que se corrían todos los fines de semana en el
hipódromo de La Rinconada en Caracas) Ambos personajes pasaban toda la semana
calculando el viento, el peso de los caballos, la distancia y las
probabilidades de que caballo seria el ganador, pero solo lograron ganar una
vez y fue mercado libre. Las ganancias solo alcanzaron para comprar el cuadro
de la siguiente semana.
Txus comentaba como uno de ellos estaba en Naiguatá en el terremoto de
1967 y expuso su vida, al quedarse dentro de una casa, solo para ver las
oscilaciones y las ondas sísmicas y aportar sus cálculos para poder construir
edificaciones antisísmicas.
También recordaba con ternura al pequeño limpiabotas que lustraba sus
zapatos. El niño no entendía por qué
Txus siempre estaba leyendo, él le explicaba que le gustaba aprender y
que la lectura era la principal fuente del saber. Se explayaba contándole lo
que estaba leyendo y el niño empezó a fascinarse por la lectura y los libros.
Al ver el interés y la curiosidad del niño empezó a regalarle cuentos para que
fuera formando su propia biblioteca. La amistad entre ambos fue tan fuerte que
el niño le dejaba cada día algo del dinero que había ganado para que se lo
guardara, su intención era ahorrar para ayudar a su mamá y comprarle una
casa. Durante años Txus hizo de Banco,
pero un día el niño vino a retirar su dinero por que se mudaba al interior.
Después de una triste despedida y de un
apretón fuerte de manos el niño desapareció. Poco antes de casarnos Txus llego
muy emocionado y me contó que el niño, ya un hombre, lo había ido a visitar y a
darle las gracias. Le agradeció su afecto, su interés y sobre todo el amor que
le había trasmitido por la lectura, gracias a eso había estudiado y
ahora era todo un profesional, seguía viviendo con su mamá y estaba pagando la
hipoteca de una casita del barrio obrero que le habían asignado.
El caso de este niño no es aislado Txus influyó positivamente en
muchas personas, las enriqueció como seres humanos y las ayudo e impulso en sus
vidas, era un dador, una persona que vivía por y para los demás.
Entre amigos y compañeros de trabajo transcurrió una vida laboral que nunca
representó para él ningún gozo o reto, atrás había dejado la fascinante química
y los laboratorios, siempre con una sonrisa comentaba que lo único que le
quedaba de ingeniero químico era su buena disposición para fregar los
utensilios, pues siempre fregaba los platos con acuciosidad. Del trabajo propiamente dicho apenas hablaba,
era algo que hacía por costumbre, por comodidad, para sobrevivir. Su pasión y
su energía las canalizó en otras
actividades a las que se entregó voluntariamente y que le brindaron grandes
satisfacciones.
El país vasco y su
lucha contra Franco ocupaban sus días: Su militancia en Acción Nacionalista
Vasca (ANV), sus reuniones, su participación en un programa radial, su
colaboración con Tierra vasca, revista nacionalista que se editaba en
argentina, pero que se financiaba en Caracas, su trabajo como presidente del Euzko Gaztedi (Fuerza Juventud Vasca) en fin, múltiples actividades a las que se entregaba con
ímpetu.
referencia a Txus como presidente de Eusko Gastedi |
uno de sus artículos en Tierra Vasca |
Articulo de Martin de Ugalde dando respuesta a planteamientos de Txus |
Reseña en otro boletín donde colaboraba |
diversos ejemplares de Tierra Vasca, en casa tenemos la colección completa |
Todo lo que se publicaba se enviaba
y distribuía clandestinamente en el
País Vasco. Leer las cartas que se intercambiaban para indicar los
puntos de encuentro, el material a distribuir, las reuniones que tenían que
realizar, te trasportan a una película sobre la resistencia, donde los protagonista
hablan en clave, viven una doble vida y
se mezclan con el enemigo para obtener información, pero no era ficción se arriesgaban realmente por lo que
creían y luchaban. Recuerdo un día que se sentó con Nerea en la mesa del comedor con un paquete de cartas
amarillas, guardadas con celo y orgullo y le preguntó ¿Nerea quieres saber la
historia de cuando tu padre luchó en la clandestinidad?, la niña asombrada y
admirada le dijo que sí. Después de un breve relato de la situación se puso a
leerlas en voz alta y le explicaba lo
que significaba cada cosa, se reían a carcajadas solo de ver la ingeniosidad
que ponían en cada carta para evadir la censura y la cárcel. Por momentos a
Txus se le nublaban los ojos de lágrimas recordando ese pasado intenso, que le
dio tantas satisfacciones y sustos.
Uno de los grandes sustos fue durante su primera visita al País Vasco
en los años 60, reencontrase con la familia fue maravilloso, verlos a todos,
reunirse, comer, conocer a los nuevos miembros, sus sobrinos, presentar a su
esposa, pero sobre todo reencontrase con sus compañeros de “colegio”, este
encuentro era obligado cada vez que visitaba Euskadi, era extraordinario ver
como narraban historias terribles riéndose y bromeando, como se burlaban de sus
carceleros por no haber logrado que ninguno compartiera su doctrina. Pero
volvamos al punto principal, entre risas, alegrías, reencuentros pasaba los
días de vacaciones en Bilbao, pero un día, el Rubio, dueño del Bar de abajo, él mismo que había alertado
a Juan sobre la secreta. Le informó que en el bar habían ido a preguntar sobre
él y que desde ese día unos tipos
desconocidos acudían todos los días y “casualmente” al salir Txus
de saludar y tomar algún
chiquito, salían detrás de él. Txus, un
poco paranoico, empezó a vigilar si alguien lo seguía y empezó a ver en cada
rostro un sospechoso, tenía prevista una entrevista con un grupo de la
ETA inicial no terrorista (siempre estuvo en contra de la violencia, nunca la justificó) y pensaba que si lo estaban siguiendo podía ser
peligroso para todos, no sabía cómo avisarles y esto le generó aun mas
angustia. Ese día al llegar a su casa le informaron que el capitán de la
secreta quería hablar con él, ya al borde del paroxismo decidió hablar con el
Cónsul de Venezuela en Bilbao y
plantearle la situación.
Inmediatamente se dirigió al consulado y planteó lo que estaba pasando. El Cónsul le
aconsejo que acudiera a la entrevista pues él como ciudadano venezolano no
tenía nada que temer, también le aseguró que personalmente tomaría cartas en el
asunto y lo ayudaría. Al llegar a la cita fue recibido temible jefe de la policía con comprobada responsabilidad en
tortura y malos tratos. El hombre lo
invitó a sentarse y le saco un expediente donde se recogían todos los artículos
escritos por Txus y algunas de sus andanzas en el Centro Vasco. Asombrado se
dio cuenta de cómo el régimen a pesar de la distancia estaba enterado de casi
todo: visitas del gobierno Vasco en el exilio a Caracas, reuniones con otros
grupos de españoles republicanos, contenido de los programas de radio y copia
de los artículos que se publicaban, pero no tenía idea de cómo hacían llegar el
material por la frontera, aunque sospechaban que Txus tenía algo que ver, no
tenían prueba alguna. Lo amenazó
veladamente indicándole los riesgos que podía correr y le recordó la
vulnerabilidad de su hermano Juan, que ya había estado preso una vez, que no poseía nacionalidad venezolana y que
no tenía un Cónsul que abogará por él.
De esta forma discreta se enteró Txus que el consulado había presentado formalmente su preocupación por el
tratamiento a uno de sus ciudadanos. Después de algunas horas salió con una advertencia y la indicación de que
“disfrutará” del viaje y no se metiera en problemas. Txus fue nuevamente al
consulado agradeció el expedito apoyo que le habían brindado y narró
al Cónsul toda la entrevista, este le aconsejo que procurará no contactar a
nadie que le resultará peligroso, que se cuidará y que acudiera rápidamente
frente a cualquier acontecimiento. Después en su casa se enteraría de toda la
angustia que habían vivido familiares y amigos y el alivio que represento el
verlo llegar sano y salvo.
Pero todavía estaba pendiente el encuentro con ETA y su
desconocimiento de como contactarlos para suspender la reunión. Una mañana en el bar del Rubio, se paró a su lado un tipo que
con una leve señal de su cabeza le indicó que lo siguiera. Txus no se atrevió a
decirle nada, pues imaginaba que cualquiera de los presentes podía ser un
policía. Lo siguió con disimulo durante largo rato, hasta que un carro se paró
y le abrió la puerta de atrás para que entrará, al entrar Txus les indicó que
lo estaban siguiendo, pero le dijeron que estaban al tanto y que habían
despistado a la policía, ya saliendo de Bilbao le exigieron que se cubriera los
ojos y lo llevaron a un sitio desconocido, a un caserío aislado de tantos que
hay en la afueras. Se reunió con ellos cuadraron acciones, colaboraciones y
contactos, terminada la reunión lo dejaron a varias cuadras de su casa y desde
ese momento Txus decidió disfrutar de las vacaciones y no preocupar, ni exponer
más a sus amigos y familia.
Y aunque en ese viaje no supo más de la policía, en casi todos
sus viajes posteriores siempre visitó el
cuartel de la policía para una entrevista forzada con el jefe. Esto no lo
amilanó, todo lo contrario, ahora que vivía en un país, quería lograr para el
País Vasco y para el estado español libertad, democracia; y contribuiría para
lograrlo con todo lo que pudiera hacer.
Durante años combinó el trabajo rutinario en el ministerio, con la
siempre fascinante actividad política, la familia, los amigos y la lectura.
La lectura siempre fue para él
casi una necesidad básica, un libro siempre lo acompañaba, en su mesa de noche
siempre había tres o cuatro libros que leía al mismo tiempo, combinaba siempre
libros de conocimientos formales con literatura. Y desde que cobró su primer
sueldo visitaba las librerías para comprar libros, él que detestaba comprar
cualquier cosa, pasaba horas recorriendo los estantes de las librerías y
revisando los libros con un amor casi filial. En esta época sentía verdadera
pasión por conocer todo lo relacionado con la guerra civil y con todo lo que la
censura del franquismo había prohibido, pero también compraba libros de
historia, psicología, filosofía,
ciencias, arte, cualquier libro que pudiera satisfacer sus ansias de
saber. Me contaba que al llegar a la casa con libros nuevos y para evitar las
miradas de reproche y alguna reprimenda de su esposa, tiraba los libros por la
ventana del baño y entraba con las manos
vacías, después iba al baño y salía con los libros ocultos o, sencillamente, en
la mano como si fuera el libro que estaba leyendo. Siempre regalaba libros,
libros pensados para cada regalado, en función de sus intereses, necesidades o
gustos. Además de los libros leía los periódicos nacionales todos los días,
compraba la revista Newsweek todas las semanas y compraba revistas
especializadas en literatura, política, cultura, avances científicos, en fin todo,
menos libros que considera basura por el tema o por la forma de abordarlo. Todo
conocimiento que aprendía permanecía en su memoria, tenía una memoria
prodigiosa y cualquiera de sus allegados que tuviera una duda acudía a él para
que se la solventara o explicará, era como una especie de enciclopedia amena y
conversadora, una especie de internet cara a cara. Leía en la cama, en la piscina, mientras
esperaba, parado en el "porpuesto"(camionetas de trasporte público), en los aviones en cualquier lugar donde
pudiera extender el brazo. Cuando viajaba sorprendía a los lugareños con
información que hasta los habitantes del país desconocían, en fin todo un
amante de los libros.
Sus fines de semana transcurrían en el Centro Vasco, asistía con su grupo de parejas amigas y jugaban
pelota mano, se bañaban y comían la deliciosa comida del restaurante, muchas
veces con sus sobrinos subía al Ávila, del cual conocía cada camino, recodo o
vereda. También iban a conciertos, galerías, a la playa, le encantaba bañarse
en el mar, nadar y flotar dejándose llevar por el vaivén de las olas. Puerto Azul era su preferido en Naiguatá y
cuando se adentraban hacia el interior de Venezuela optaban por La Punta, en la
península de Paraguaná. Pero a todos los lugares siempre llevaba un libro, pues
siempre podía presentarse la ocasión para leer.
No se enteró del terremoto de
1967, iba manejando y al perder el control pensó que un caucho se había
espichado, se bajó inmediatamente y empezó a ver como muchas cornisas de los
edificios se desprendían y como los vidrios de las ventanas se rompían,
estacionó el carro y camino hasta su casa, en una plaza cercana se encontró con
sus suegros y su esposa, siempre recordaría el terror compartido aquella noche, los zumbido que de pronto
llegaban y que se convertían a los pocos segundos en réplicas del temblor, la gente que se arrodillaba en el suelo
pidiendo a Dios piedad y rezando, al
fanático religioso que mando a callar furioso porque con sus gritos de “castigo
de dios” y “castigo a los pecadores” estaba a punto de generar una histeria
colectiva. También recordaría la
solidaridad y el apoyo que se brindaron todos esa fatídica noche, como el miedo
los hermanó y como solícitos se ayudaban unos a otros y se sintió orgulloso de
haber elegido a Venezuela como su tierra y de ser ciudadano venezolano. El
terremoto dejo pérdidas importantes en sus afectos, fueron muchos los conocidos
y amigos que murieron.
Pero la vida iba pasando y los años transcurriendo. Un día se dio
cuenta que le costaba escribir, que sentía un dolor cada vez más intenso en la
mano derecha y que una fuerza desconocida le impedía escribir. Fue a los
médicos especialistas y no encontraron nada físico, ni neurológico que
explicara su situación y entonces le aconsejaron ir al psiquiatra, esta decisión
traería cambios en su vida.
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